Monarquía versus República: ¿sabemos de qué hablamos?
Da la impresión que los que discuten con ardor el asunto no tienen las ideas muy claras, confundiendo absolutismo con monarquía y república con democracia. Miremos el mundo actual con objetividad y percatémonos del equívoco que aquí se encierra: todos conocemos repúblicas dictatoriales y monarquías en las que la democracia es una señal de identidad. ¿Qué es pues lo que se cuestiona? Se trata de defenestrar una dinastía más que de suprimir una misión necesaria, la de representarnos diplomáticamente; dicha misión no puede ser asumida por quién dirige la política (en España el Presidente del Gobierno de turno) no es así en ninguna república seria. Mis vivencias en Europa me facilitan experiencias dignas de compartir. Aquí algunos aspectos:
- Imparcialidad política: el rey debe estar por encima de los partidos y serlo de todos sus súbditos. No así un cargo electo, que proviene siempre de un partido y que por mucho que se esfuerce no conseguirá borrar de su pasado y su actuación esa impronta.
- Prestigio diplomático y social: incomparablemente mayor el de las Casas Reales, p.ej. todo el mundo conoce a Isabel II, los reyes de Bélgica y Holanda o de los países escandinavos. También a la canciller Merkel pero ¿quién, sino los muy entendidos, conocen a Gauk, Presidente Federal de Alemania, equiparable en su tarea a la ejercida por el Rey?
- Preparación para el “puesto”: los herederos son concienzudamente preparados para su labor. Los otros, al ser elegidos, si bien es verdad que considerando sus facultades, tienen que hacer un aprendizaje a marchas forzadas y no tan completo.
- Continuidad del trabajo: los cargos electos lo son por una serie de años; esto impide la consolidación de relaciones institucionales exteriores y ventajas adyacentes.
- Economía: lógicamente los representantes diplomáticos del país tienen su presupuesto que no es en absoluto menor que el de muchas Casas Reales.
- Experiencias: es de suponer que los sucesores de los reinantes hayan aprendido en sus propias carnes de los éxitos y fallos habidos en la familia, por lo que cabe esperar que las cosas mejoren, ya que no empiezan de cero.
Deberíamos reflexionar seriamente sobre un cambio del modelo de estado, antes de decidir hacerlo.
