Obamanía y realismo

Pocas veces un presidente de Estados Unidos ha suscitado tantas esperanzas, dentro y fuera de su país, como Barack Obama, en la toma de posesión de la Casa Blanca, éste gozó con todos los parabienes, hasta la guerra de Gaza se ha paralizado como una especie de regalo ofrecido a Obama por Israel y Hamás, en espera de que empiece a tomar decisiones. Ciertamente que el mundo vive una de sus crisis económicas más agudas desde la recesión de 1929, al tiempo que las relaciones internacionales atraviesan su peor situación desde la desaparición de la Unión Soviética. Quizás el deseo de cambio y la urgencia de un nuevo liderazgo han desatado una "obamanía", que el propio Obama ha tenido que diluir al anunciar, con realismo, que no faltarán las decepciones puesto que no dispone de ninguna varita mágica para resolver los problemas que le esperan.

Los mayores de cuarenta años recordarán las amenazas del inicio de los años ochenta del pasado siglo y el final de la guerra fría. La toma de posesión del presidente posterior a Carter, por cierto un actor secundario, no gozó de tanta parafernalia ni emoción, los resultados fueron extraordinarios, caída del Muro de Berlín con todas las consecuencias. Esperemos que los de Obama sean al menos como aquellos.

 

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