Hay Rajoy para poco rato

Nado contra corriente. No ví pero me leí las 39 páginas del discurso del Presidente de Gobierno. Comenzó con algún recurso dialéctico impactante, los seis millones de parados que hasta bien poco discutía el Presidente de la CEOE. A medida que iba pasando las hojas empecé a echar de menos la educación, la sanidad pública, el drama de los desahucios y fue ganando espacio la sensación de que la mano amiga que le había escrito el discurso empezaba a flaquear a medida que lo iba elaborando. Por la noche sí me dio tiempo a ver en televisión algunos recortes y entonces aprecié los gastos, el lenguaje no ensayado. Volví a encontrarme con la mirada perdida, los ojos abiertos y los hombros levantados, el nerviosismo en su rostro y al buscar sus papeles. El tono desabrido habitual, repetitivo y su nuevo mantra sé que no cumplo mis compromisos electorales pero hago lo que debo. Y me hizo sentir miedo, malestar y pena, no por él ni por el Partido Popular, sino por nosotros. Este señor salió a un "cuadrilátero" no tenía ningún interés en aclarar nada, en argumentar nada ni en demostrarnos que el centro de las políticas somos las personas y no él ni su partido. Así nos vamos a salir de la crisis, aunque la UE nos inyecte euros en vena.

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