Rayando los 60. Reclamo un pelín de educación a la juventud española

Voy al mercado y una atenta y desconocida dependienta me saluda: ¡hola cariño! En la peluquería la amble jovencilla de 18 años me pregunta: ¿qué quieres hacerte? Oigo a unos chiquillos que dirigiéndose a una persona que les triplica la edad espetan: ¡eh tía! Esperando el autobús oigo una breve conversación en la que a cada palabra siguen dos tacos. Quizá sea la edad, puede ser que me influya el saberme más cerca de los 60 que de los 50, pero no deja de causarme estupor la poca educación que impera en nuestras calles.

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