Representación real del Parlamento

Tras once horas y casi cuarenta minutos ocurrió lo que de antemano se sabía que sucedería. El PP una vez más estuvo solo, solo en un Hemiciclo que da la sensación de que el partido que al día de hoy defiende lo que la mayoría de los españoles “de a pie” desea. El Partido Popular, es una minoría muy minoritaria en un mar de discursos parlamentarios estériles, lo que me lleva a plantearme si lo que verdaderamente urge en este País no son reformas estatutarias sino una reforma de las Leyes Electorales que devuelva al Parlamento la representatividad real de lo que es la sociedad. Es decir, que el voto de un ciudadano de Ripoll tenga el mismo peso que el voto de un ciudadano de Jumilla, y quien dice Ripoll y Jumilla dice también Amurrio y Móstoles, de manera que las “minorías rompe-España” y los nacionalismos estén representados en las Cortes Generales de manera fiel a lo que son en la sociedad española. Sin embargo, tengo claro que una reforma de esta magnitud necesita del impulso mayoritario de los dos principales partidos políticos, lo que, bajo la estela de un ZP permanentemente chantajeado y de cortas miras, es hoy día imposible. Triste espectáculo vimos ayer, reflejo de que algo funciona mal en este País, cuando el Partido que el 14 de marzo de 2004 aglutinó el 37,64 % de los votos, es la única de muchas voces que en el Parlamento reclama y defiende lo que las encuestas presentes señalan que es una demanda de la sociedad española, la unidad Constitucional y solidaria de una España en la que haber nacido 100 km. más al sur o al oeste no te convierta en ciudadano de segunda. Nos toca por tanto sobrevivir en una “Democracia secuestrada” por los que se sirven de unas Leyes Electorales, al igual que hacen con las competencias autonómicas garantizadas y propiciadas por la Constitución, para, tras años de engordar, pretender disfrutar como propio las bonanzas cosechadas bajo la protección y el amparo de una España de la que hoy reniegan y consideran lastre, sabedores que las riquezas que hoy disfrutan no hubieran sido posible sin las leyes, infraestructuras y seguridad que el Estado patrocinaba, sin la abnegación de otras regiones, sabedores por tanto de su condición parásita que consideran un derecho. Y sin embargo, los españoles hoy nos hemos levantado como cualquier día, ajenos a que el partido del gobierno (yo diría desgobierno), ése mismo que como última de las letras de sus siglas tiene la “E” de “español”, ayer votó y aceptó que se tramite en las Cortes Generales una reforma del Estatuto Catalán que proclama en su Título Preliminar que “Cataluña es una Nación en una Nación de Naciones”, en contra de lo que la Constitución Española dice en su primer artículo. Un Nuevo Estatuto que, dentro del modelo de financiación, prevé la creación de una Agencia Tributaria Propia para Cataluña que sería la encargada de recaudar y gestionar todos los impuestos propios y del Estado que se paguen en Cataluña, rompiendo con la igualdad que, para los ciudadanos y por tanto para las comunidades autónomas integradas por éstos, predica la Carta Magna. Un Nuevo Estatuto que en su artículo octavo deroga como símbolos nacionales los propios del Estado Español. Un Nuevo Estatuto que defiende la participación sesgada de los catalanes, bajo bandera propia como nación, en las diferentes competiciones deportivas internacionales. En definitiva, un Nuevo Estatuto con claro “tufillo” a “constitución de estado independiente”, tan inaceptable e inconstitucional como el sin embargo rechazado por el PSOE “Plan Ibarretxe”, que rompe con el consenso y la unidad solidaria alcanzados con la actitud positiva de la transición, entonces materializada en la Constitución de 1978… pero aquí no pasa nada.

 

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