¿Seres inalámbricos?

Lo inalámbrico nos rodea, nos ayuda y nos abruma. Hablamos por teléfono desde cualquier sitio, navegamos por Internet a distancia, sabemos en qué punto del planeta estamos, podemos cocinar sin conexión física o recargar los coches (eléctricos, claro) por remota inducción. Todo se está miniaturizando y acercando, pero sin enchufes, sin cables, sin tocarse.

Hemos priorizado la vista y el oído, potenciados por la realidad virtual, pero estamos perdiendo el voluptuoso olfato, el placentero sabor y, sobre todo, el tacto que es el sentido más mágico. La comunicación wireless nos aligera de equipaje y nos permite vivir interconectados. Esto es, sin duda, una oportunidad. Pero no incurramos en el error de reducir nuestro tiempo de contacto piel a piel, con la pareja, con las amistades, con los colegas, con los vecinos, con los demás seres humanos.

Nacimos con cordón umbilical. No hay sexo inalámbrico, ni amor verdadero, sin encuentro de cuerpos. No hay amistad genuina que sólo sea virtual. Actuemos contra la hipotrofia de los sentidos. Necesitamos más contacto, más compenetración, más besos, más abrazos, más apretones de manos todos los días,... Porque pronto volveremos a ser átomos dispersos por el universo, polvo de estrellas como antes fuimos.

 

Video del día

6 de cada 10 de los que van en bici o en
patinete en ciudad no llevan casco
Comentarios
Envíanos tus noticias
Si conoces o tienes alguna pista en relación con una noticia, no dudes en hacérnosla llegar a través de cualquiera de las siguientes vías. Si así lo desea, tu identidad permanecerá en el anonimato