Sexo en Nueva York

Cuatro solteras mayores, eximidas de responsabilidades y eróticamente liberadas. Totalmente dominadas por las garras de la imagen. A las actrices de la película no les importa la política, ni les quita la paz sus derechos y deberes, no se las ve ojeando un manual.

La insólita emancipación que poseen les viene por el consumismo a destajo: ante un desplante, una dolencia o una contrariedad la sofocan comprando o buscando el placer carnal con los camioneros. Se trata de una de las más atroces tiranías, la del consumismo compulsivo, como atributo de liberación.

La intérprete y coproductora de la cinta aseguraba que Sexo en Nueva York forjaría la historia del cine. Lo dudo. Puede hacer historia el sepultar, bajo la trivialidad, cualquier reflexión trascendente sobre el papel de la mujer en la humanidad.

 

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