11-M: Treinta y ocho meses después de la masacre

Las víctimas, los ciudadanos y toda la sociedad, tienen el derecho a reclamar que se rectifique todo lo mal hecho en torno a la investigación del 11-M.

El pasado día once de mayo se cumplieron los treinta y ocho meses que dan título a este artículo. Aquel día, Madrid, España y me atrevería a afirmar que el mundo entero, sufrió el trauma del inolvidable atentado del Corredor del Henares. Alcalá de Henares, la cuna de Cervantes, fue una de las localidades más afectadas por dicho atentado: nuestros familiares, amigos, vecinos etc. o bien perdieron la vida o sufrieron las heridas corporales o espirituales de aquella barbarie.

¿Puede Alcalá permanecer insensible ante esta catástrofe? Me atrevería a decir rotundamente que no. Esto es cuestión de principios y de sensibilidad, aquí no caben otras consideraciones. Ni el paso del tiempo, ni el silencio oficial, ni el ruido y la algarabía de los acontecimientos diarios, logran hacernos olvidar las pérdidas sufridas por tantas familias, ni logran calmar el dolor, que aquel atentado político nos produjo a todos los que sufrimos aquella tragedia. Alguien podrá preguntarse ¿y quién no sufrió con aquel atentado? Yo no puedo responder a esta cuestión pero, a las pruebas me remito, quien silencia, quien pretende olvidar sin aclarar, quien impide saber y difundir lo que pasó y quien se niega a utilizar cualquier vía de investigación, dan la sensación de vivir de espaldas al sufrimiento de aquel atentado. Por ello, creemos que tenemos el derecho y el deber ciudadano de expresar libremente nuestra exigencia más serena y más firme para que se siga investigando, a todos los niveles, el conocimiento de la verdad que, hasta hoy, se nos ha estado escamoteando.

Alguien podrá pensar que con el juicio de la Casa de Campo se va a aclarar todo y se va a hacer justicia., nada más lejos de la realidad. Este juicio, por si alguien lo ignora, sólo va a dictaminar el grado de implicación o la inocencia de todos y cada uno de los veintinueve imputados en la matanza de los trenes del Corredor del Henares; pero, ¿ésa es toda la verdad?, ¿sabremos por qué y para qué se concibió aquel atentado?, ¿conoceremos toda la trama?, ¿sabremos por qué no se pudo evitar?, ¿sabremos quién o quienes fueron los responsables de su concepción y ejecución?, ¿sabremos por quién y por qué fueron ascendidos los responsables de evitarla?, ¿sabremos quienes son los responsables políticos de lo ocurrido o por qué se cerró en falso la Comisión de Investigación sin poner en evidencia a dichos responsables?, y aún más, ¿sabremos por qué los políticos elegidos el catorce de marzo, los que "querían saber", ya no quieren más que seguir aprovechándose de aquella tragedia?

Hace unos días, tuve la ocasión de ver un reportaje televisivo sobre el asesinato de Robert Kennedy; en aquella ocasión se imputó el atentado a Sirham Sirham, un joven palestino afincado en Estados Unidos, pero, al parecer, no fue ese joven el único, ni el autor intelectual. También se ponían de manifiesto ciertas irregularidades en la investigación del magnicidio. En resumen, al parecer el tal Sirham sólo fue la punta de un "iceberg" que al día de hoy permanece tan oculto como el día de los hechos. No nos parece el mejor ejemplo a imitar en la vida pública de los Estados Unidos. Una sociedad engañada, puede, algún, día evitar el engaño por el descubrimiento de la verdad; pero, una sociedad que se conforma con el engaño, jamás saldrá de la indecencia moral que ello conlleva.

Las víctimas, los ciudadanos y toda la sociedad, tienen el derecho a reclamar que se rectifique todo lo mal hecho en torno a la investigación del 11-M. También tenemos el deber de exigir a todos los que deben garantizar el correcto funcionamiento del estado de derecho, que dichos órganos cumplan con su deber para conseguir aclarar la hecatombe de aquel atentado. Sólo si nuestros representantes elegidos el catorce de marzo son capaces de ponerse a trabajar, de forma profesional, para el descubrimiento de la verdad, tendrán el derecho de reclamarnos su voto. De lo contrario, creo que son indignos de ponerse ante los electores para que les demos una confianza, confianza a la que no se han hecho acreedores durante esta legislatura. Mientras tanto, las víctimas y los ciudadanos de a pié, no tenemos otra alternativa más que la rebelión cívica y el utilizar correctamente nuestro voto

 

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