Violencia doméstica, inevitable

Cualquier acto de violencia doméstica demuestra la debilidad de quien lo comete. Porque debilidad es dejarse dominar por el instinto, y también el anteponer la razón de la fuerza a la fuerza de la razón. Por ello no creo que se consiga acabar con este tipo de violencia, que parece que va en aumento a pesar de la existencia de una ley que pretende evitarla, sólo con medidas punitivas, pues éstas sirven de poco ante quien no razona y es esclavo de su instinto.

Ni tampoco me parece que pueda evitarse de cara al futuro, con asignaturas como la de Educación para la Ciudadanía, mientras en muchas familias predomine la educación permisiva y sin sentido del límite, que consiente todos los caprichos de los hijos y nunca les dicen que no. Sólo con la fortaleza interior de quien es dueño de sí mismo y tiene espíritu de sacrificio, podrá superarse esta lacra social.

 

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