Que abran las verjas a los inmigrantes

Si nosotros les damos amparo y trabajo, les estaremos dando esperanza y, lo que es más importante, ayudaremos a sus países de origen a crecer

La noticia de la avalancha de inmigrantes ilegales me ha recordado algo que siempre me ha llamado mucho la atención: En las películas de cine (americano, por supuesto) las casas residenciales no tienen vallas ni verjas ni nada que delimite sus posesiones salvo, a veces, un pequeño seto decorativo de medio metro. Sólo los ricos o los "malos" se encierran, e incluso cuando se desplazan, lo hacen en coches blindados y con los cristales tintados. Parece que son los únicos que tienen miedo del exterior.

Los "buenos", sin embargo, suelen salir despreocupadamente a su jardín a recoger el periódico, medio dormidos, en bata y saludando amablemente a los vecinos. Y es que los buenos no ponen barreras a los demás, simplemente porque no tienen nada que temer de ellos. Las pateras no vienen llenas de ladrones ni de asesinos ni de gorrones. Vienen llenas de gente desesperada que no tiene nada que perder, salvo la vida.

Si nosotros les damos amparo y trabajo, les estaremos dando esperanza y, lo que es más importante, ayudaremos a sus países de origen a crecer gracias, por ejemplo, a las remesas dinerarias que la mayoría de ellos envía mensualmente a sus familias y que repercuten positivamente en su economía. También ayudan al crecimiento de nuestro propio país: natalidad, mayor recaudación de impuestos, mantenimiento de pensiones y de seguridad social, aumento del consumo, etc... Los medios de comunicación parecen informar sólo de lo peor de la inmigración que es lo que hace más ruido.

La realidad económica y social se encarga de dar un sentido más positivo y real de este "problema". Actualmente tenemos una gran oportunidad de repartir, de una manera indirecta, todo lo bueno que tenemos, dejando de lado nuestros miedos y desconfianzas. No la desaprovechemos. No nos convirtamos en los "malos" de la película. Abramos las verjas.

La noticia de la avalancha de inmigrantes ilegales me ha recordado algo que siempre me ha llamado mucho la atención: En las películas de cine (americano, por supuesto) las casas residenciales no tienen vallas ni verjas ni nada que delimite sus posesiones salvo, a veces, un pequeño seto decorativo de medio metro. Sólo los ricos o los "malos" se encierran, e incluso cuando se desplazan, lo hacen en coches blindados y con los cristales tintados. Parece que son los únicos que tienen miedo del exterior.   Los "buenos", sin embargo, suelen salir despreocupadamente a su jardín a recoger el periódico, medio dormidos, en bata y saludando amablemente a los vecinos. Y es que los buenos no ponen barreras a los demás, simplemente porque no tienen nada que temer de ellos. Las pateras no vienen llenas de ladrones ni de asesinos ni de gorrones. Vienen llenas de gente desesperada que no tiene nada que perder, salvo la vida.   Si nosotros les damos amparo y trabajo, les estaremos dando esperanza y, lo que es más importante, ayudaremos a sus países de origen a crecer gracias, por ejemplo, a las remesas dinerarias que la mayoría de ellos envía mensualmente a sus familias y que repercuten positivamente en su economía. También ayudan al crecimiento de nuestro propio país: natalidad, mayor recaudación de impuestos, mantenimiento de pensiones y de seguridad social, aumento del consumo, etc... Los medios de comunicación parecen informar sólo de lo peor de la inmigración que es lo que hace más ruido.   La realidad económica y social se encarga de dar un sentido más positivo y real de este "problema". Actualmente tenemos una gran oportunidad de repartir, de una manera indirecta, todo lo bueno que tenemos, dejando de lado nuestros miedos y desconfianzas. No la desaprovechemos. No nos convirtamos en los "malos" de la película. Abramos las verjas.

 

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