¿Adversarios o enemigos?
Los grandes políticos se han distinguido siempre por su retórica parlamentaria, dura si era necesaria en el fondo, pero ingeniosa y elegante en la forma y por sus actuaciones nobles que buscaban el bien de sus países, de Europa, del mundo.
No quiero ya referirme a colosos como los ideólogos de la UE, (en un principio Unión del Carbón y el Acero): La República Federal de Alemania, Francia, los Países Bajos, Italia, sus fundadores, Schumann, Bech, Sforza, y Adenauer, cuyas últimas intervenciones pude oír en su lengua además en las negociaciones sellando la amistad franco-germana con De Gaulle, otro de los grandes, cerrando las heridas de la guerra; a Churchill, a Willy Brandt arrodillado en Varsovia como gesto de petición de perdón por los horrores de los ghetos, a Helmut Kohl y Gorbachov ante la caída del muro de Berlín, a Lech Waleça en Polonia. También nuestros políticos de la Transición otrora admirados, hoy denostados en ocasiones, fueron ejemplo de ello.
Sin embargo, salvo honrosas y escasas excepciones, el tono y el comportamiento de los actuales parlamentarios no sólo dejan mucho que desear, sino que son un ejemplo de lo que no deben hacer los ciudadanos. La mala educación en el porte, la indumentaria y la palabra, las provocaciones, insultos, argumentaciones infundamentadas, falacias y faltas de veracidad, los ataques personales y a veces la inmoralidad, están a la orden del día.
En vez de ser, como antes, conscientes de que estaban al servicio del país y los electores, por lo que debían llegar a acuerdos por el bien común, parecen preocupados sólo por conservar el poder de sus partidos, y destruir al que está enfrente considerándolo, no como representantes de otros ciudadanos y por tanto adversarios a los que hay convencer con argumentos, sino como enemigos a aniquilar.
Eso dificulta la convivencia entre el pueblo, ansioso por una parte de paz y prosperidad, por otra envenenado por las diversas ideologías. Se necesita una campaña de sentido común y que seamos nosotros los que marquemos públicamente el camino a seguir a los que nos quieren dirigir, si es necesario a la hora de votar.
