Alicia de Larrocha, retrato humano de una artista singular.

Piano

Si la categoría humana del artista se mide por su humildad, Alicia alcanza la cima por su sencillez en el trato cercano. El 18 de Diciembre de 2002 supone para mí como melómano, una experiencia personal inolvidable y gratificante. Se inauguraba el nuevo Auditorio de Caixa Tarragona en aquella noche de frío invierno y para tan magno acontecimiento cultural, se invitó a la gran dama del piano Alicia de Larrocha, reconocida y admirada a nivel mundial.

Recuerdo que había venido la tarde anterior a estudiar y ensayar el programa elegido, obras emblemáticas de Chopin y Granados, ambos autores muy queridos por Alicia, demostrando su profesionalidad y nivel de exigencia. Yo trabajaba entonces en seguridad cubriendo la entidad bancaria, por lo que puedo dar fe de ello. Los asistentes de aquel memorable concierto eran VIP´S por rigurosa invitación, de hecho sólo pude acceder en el descanso, cuando quedaron libres algunas butacas que los invitados habían abandonado tras las fotos de rigor, pues entre el bostezo y la ignorancia nuestros dirigentes mostraban su patética impostura. Tenía en mi discoteca un doble CD de Alicia de Larrocha con obras de Mompou, Turina, Falla y Montsalvatge,  de tal modo que pedí permiso a mis superiores y a la hija de Alicia que la acompañaba como asistenta para acceder a su camerino tras el concierto.

La impresión que me produjo al saludarla fue de gran emoción, era el único que atesoraba aquella noche una prueba física de su arte. Me escribió amablemente sobre el libreto del CD “Para Antonio Morales con afecto” y lo rubricó con su firma. Le dije que era admirador de Mozart y su Concierto para piano y orquesta nº 21 y ella con su prodigiosa memoria me matizó: “¡Ah…! El K-467, hace mucho que lo grabé…”. Naturalmente que ella lo recordaba por el nº catalogado por el musicólogo (Köchel). Al ver mi doble CD esbozó una sonrisa de complicidad, recordando aquella música española que le mostraba. Seguidamente le agradecí su gesto y su hija me acompañó, pero al salir mi curiosidad me llevó a preguntarle a tan gentil acompañante, si aquel papel doblado que yo había observado encima del piano durante el concierto era para recordar algún detalle de la música del programa… La hija de Alicia se apresuró a corregirme: “No…, ella siempre toca de memoria, ese papel era un simple clínex que mi madre utiliza cuando le lagrimea el ojo”. Yo elucubraba algo secreto apuntado en un papel, cuando era todo tan prosaico como un pañuelo desechable.

Esta brillante pianista que exportó el excelso repertorio musical español sin complejos a todo el mundo, triunfó en los más importantes templos de la música clásica, ganadora de multitud de premios donde destaca el Príncipe de Asturias de las Artes en 1994. Era pequeña de estatura pero grande en talento y coraje, perfeccionista y meticulosa, entre sus sabias citas destacan éstas que jalonan su web y garantiza su legado: “El cerebro es el jefe, el oído el empleado y la mano la herramienta; La acústica de una sala es primordial. Prefiero una buena acústica y un mal piano, que un buen piano y una mala acústica; El deseo de toda mi vida ha sido hacer música, gozar de la música y hacer gozar de la música…”. Si le hubiera respetado la salud, el próximo 23 de Mayo, Alicia habría cumplido 98 años, las personas pasan pero su legado permanece.

 

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