Balas huecas. Tiradores sin licencia

Militares españoles.
Militares españoles.

A quien me quiera leer

Después de la emotiva carta de agradecimiento de la Ministra de Defensa, Margarita Robles hacia sus subordinados, solo puedo decir por convencionalismo social “gracias”. Hecho el formulismo puede pensar que se cierra el círculo, creyendo que con esas “hondas palabras” que resuenan como un eco de un saber vacío y caen en el oscuro pozo producido por el hastío de saber que con solo oírlas, no hay detrás de ellas ni la más mínima intención de solucionar la problemática de la escala de Tropa y Marinería temporal. 

Sus palabras dirigidas a todas las personas del Ministerio, funcionarios, personal laboral, personal estatutario, no hace más que recalcar el limbo “legal” en el que se encuentra este colectivo, su base indispensable, los soldados y marineros temporales.

Aún así no hay disonancia, en esa labor callada hemos podido comprobar y sentir las muestras de agradecimiento y cariño de la sociedad, que nos alienta allí donde desplegamos.

Ahora se puede vislumbrar la nefasta implementación en Titulaciones de la Ley de Tropa y Marinería que deberían haber desarrollado los “expertos” de la Subcomisión de Defensa que paradójicamente son los mismos que no ven viable la continuidad de este personal. No optaron por una estrategia proactiva y una orientación geopolítica desde una visión relacionada en la Defensa Nacional, cegados por los gurús empresariales y el empleo más económico a cualquier precio, que nos recordará que invertir en la preparación y formación es fundamental. Es una de las lecciones que tenemos que aprender a un precio dolorísimo.

  En un estado de alarma el personal de Tropa y Marinería no está acreditado legalmente para realizar funciones de agente de autoridad ni traslado de enfermos y un largo etcétera. Viven un espejismo, una ilusión, ejercen durante años de mecánicos, policías militares, electricistas, cocineros, conductores de ambulancias, bomberos, pero se nos olvida que cuando cumplen 45 años muchos de esos soldados y marineros no tienen futuro.

Que no caigan sus ecos en saco roto y con gestos vayan saldando la deuda de catorce años en los que se han limitado a dar tantos y tan educados ¡gracias! 

 

M.M.M. un soldado superfluo

 

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