Begoña Hepburn

No se trata de Katharine. Tampoco de Gómez. Les presento a Begoña, Begoña Hepburn; de aquí, de origen vasco, criada en León, española de pura cepa y jeta. Aunque híbrida, cara no le falta.

Pónganse cómodos. Vamos al cine o de concierto. Adivinen la película o el nombre del grupo. Procedo con las pistas.

Begoña no anda de aventuras por África. No le ha hecho falta. La montaña ya ha ido a Mahoma. Tampoco tiene un hermano misionero llamado Samuel ni defiende el campamento ante el ataque germano. Aquí en Europa y ahora en pleno siglo XXI, ya hemos rendido la plaza.

Le gusta guardar con celo su recién estrenada e inesperada posición. Tiene marido, el doctor (que no docto) Sánchez quien, ocioso y dubitativo, le trae el continente africano a España mientras, sumiso, flirtea con George, el tiburón George Soros, traficante mundialista de pro. 

- ¡Bego, tu reino por un puestazo, calambre incluido! Déjalo de mi mano y de mi chistera. Pongamos que hablo de..."Africa Centre". Dudé. Había que inventarlo.

La primera dama no viaja en barco ni se agarra a una tabla que reza "The African Queen" para salvar la vida en el Lago Victoria ante el cañonero alemán de marras. Eso fue en la Primera Guerra Mundial. Lejos queda, al igual que la película de Huston o la novela de Forester. 

Ahora, el enemigo teutón se llama Angela, Angela Merkel. Sus andanadas las recibe su inconsistente pero siempre servicial Pedro. Éste se traga todo, desde la bilis de sus incrédulos barones hasta las sobras de sus homólogos europeos pasando por el menosprecio de Donald, Donald Trump.

Iba por lo del barco. No hay que perderse entre el limo del lago tropical más largo del mundo. Como medio de transporte, no. A no ser que sea "by the face", claro. De costumbres va la cosa. 

Aunque, eso sí, le gusta el mar y la playa, modo "postu" en periodo estival. Y si te cae un curro de vacaciones, ¡y qué curro!, chachi-piruli. Casi como el del palo del Cola-Jet que nos caía en suerte en la década de 1980. Pecata minuta para las casi 6 cifras anuales que se barajan en el puesto y el sector. Pero éramos, ella también, felices. ¡Ya te digo! ¡Otro Cola-Jet!

 

Lo del "jet" le suena. Bego es más de avión; concretamente, de Falcon 900B. Va a la caza de verdaderos asesinos (aka "The Killers") a pesar de lo que digan o lo que dicte la ficticia agenda conyugal en Castellón. Lo de "Somebody told me" que cantaban no va con ella. La silba y tararea pero ya está. Es incapaz de entenderlo. A palabras necias, ande yo caliente. ¿No era así?

Ella y él no son Rose y Charlie o Charlie y Rose. Lo mismo da que da lo mismo. El flechazo, en la maltrecha barcaza o en la fiesta, está servido. Luego, la música y los conciertos. Siempre de rojo. Y la vida...como sus álbums, los de la Habitación Roja (¡cómo no!): "Fue eléctrico", "Para ti", "Memoria" o "Nuevos tiempos". La vida (nueva) misma.

Sigo con su CV, el de la primera dama de España. Académicamente hablando, Bego fue precoz. Al parecer, con habilidades especiales. Su brillantez adolescente, ¡sólo 14 años la contemplaban!, queda ridículamente retratada al empezar a cursar una supuesta licenciatura de Marketing en cursos tipo CEAC, INEM, FORCEM o coleccionables Salvat; sí, como esos con los que te acribillan en diciembre para satisfacer las expectativas del año nuevo que empieza. Su precocidad rompe moldes. Y los sueños, sueños son. Ya lo decía Calderón. 

Bego, tú sí que vales. No has tenido que esperar al Año Nuevo ni, ¡vade retro!, a "eso" de los Reyes Magos. ¿Para qué están los padrinos? Ella lo tiene. Bueno; marqués, ¡el X de la Romana! Tanto monta, monta tanto. ¡Qué más da!, son cosas de la edad. Ecos de Gavana y Pozuelo. ¿Recuerdas?

A esa edad, querida Bego, mi generación (casi de tu quinta) era más de eso, de Modestia Aparte u Hombres G. Y también de Leño, Obús y Barón Rojo; litronas en el parque y, si se terciaba, algún canuto furtivo. 

Lo de la "uni", entre tú y yo, quedaba lejos. Era de otra galaxia, como para equipos de media tabla disputar la Champions League a medio, largo o, en el peor de los casos, nulo plazo. 

O como los viajes de Egeria a finales del siglo IV. Ella sí que conocía África tras corretear sus vastas tierras. Casi 4 años tuvieron la culpa.

Ahora, has establecido un nuevo "record" con el enchufe del Instituto de Empresa. Experta en África (Egeria ha de estar revolviéndose en su tumba), en "fund-raising", en marketing, acciones comerciales, publicaciones varias y no sé qué más. Un potosí.

LinkedIn, la hemeroteca y las RR.SS. te han delatado. Pero no te preocupes. Siempre habrá una subvención, una mano (roja) o la dádiva de un marqués que cubra tus deficiencias o las deficientes gestiones siempre que, en esa empresa en la que estés inmersa, los puertos sean seguros. No siempre, y lo sabes por la almohada que compartes, lo son.

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