Brain drain

Un avión en el cielo.
Un avión en el cielo.

Muchas veces sucede que esos maravillosos años que forman parte de esa rápida, intensa y en ocasiones desquiciada etapa que es la juventud, se van perdiendo visualizándose a uno mismo desempeñando trabajos muy por debajo de las cualidades académicas que uno posee, y que con frecuencia acaban siendo realmente frustrantes.

Empieza ese duro momento de ir alcanzando la madurez de ser adulto contemplando cómo van desapareciendo poco a poco los sueños. Comienzan incluso a derribarse muchos constructos que habías ido formando y dando por válidos como aquello de lo importante de estudiar y formarse para tener un futuro mejor. Cuántas veces habremos oído esto unas cuantas generaciones, entre ellas la mía.

No vengo a desdecir que esto sea así, pero hay cierta trampa.

La parte que es indudable y la que debería liderar cualquier toma de decisión en caso de que asome la duda, es y será, o debería serlo, la ganancia personal. Tener conocimiento no sólo suele hacer más tolerante a alguien, te hace ser libre, tener recursos para enfrentar dificultades, argumentar, independientemente del acierto con el que se haga, manejar una idea con cultura, con capacidad de apoyarla en información es siempre una destreza maravillosa de observar, perder el miedo a ser totalmente manipulado por carecer de conocimiento, sentir que puedes aportar, eso es siempre una ganancia individual y la riqueza es inmensa y creo que no tiene parangón.

El ardid viene cuando se confía en que se abren las puertas del cielo de las oportunidades.

Tener conocimiento supone de por sí un trabajo oneroso, a nadie se le escapa que no es regalado, por supuesto se necesitará más o menos trabajo en función de las capacidades naturales que la vida te haya brindado y también del tiempo que se dedique, pero entendido esto y aceptado lo azaroso de la naturaleza, hay que currárselo de una forma u otra.

Sin embargo, cuando parece que tienes una formación respaldada por años de estudio, experiencia en no sé cuántas cosas, habilidad con los idiomas, y de repente encuentras que siempre hay un pero que añadirle, entonces llega ese momento de empezar a sentirte incómodo. Y será ese pero, ese sin embargo, esa nueva exigencia, la que acabe por frustrar tus ganas, la que conseguirá vencer esa fuerza con la que llegaste al mundo laboral creyéndote invencible y convencido de que tu formación era óptima aunque por supuesto siempre con capacidad de seguir engrosándola.

Y si tus posibilidades te permiten marcharte a otro país que reconozca tus capacidades, lo harás, o te lo plantearás porque quizá haya ya ciertas ligaduras que te impidan tomar la decisión de forma independiente, y si no renuncias a tu país estarás sentenciado muchas veces a ir encadenando trabajos más o menos precarios a medida que pierdes tu esencia, tu individualismo porque te vas convirtiendo en ese “yo social” que sabes que es demandado por las empresas y que vas incorporando y haciendo cada vez más tuyo. Porque no nos olvidemos, de lo que se trata es de sobrevivir en un mundo cada vez más cruel laboralmente hablando. De esto, desgraciadamente algunas generaciones como la mía, sabemos demasiado.

La falta de autenticidad creo que es uno de los grandes problemas a los que deben dar respuesta las sociedades avanzadas. El trabajo medido a través de objetivos cuantitativos, donde la calidad ni está ni se la espera, porque lo que importa son los números, el cuanto más mejor, independientemente de cómo se haga, equivocadamente se ha adoptado este modelo extremadamente competitivo como el único posible y es precisamente lo que nos hace ser sociedades podridas, deshumanizadas, ajenas al valor que puede aportar la personalidad de cada uno.

 

El anillo de Match Point que marcará un desenlace u otro es lo que nadie nos cuenta. Si conociésemos o nos proyectasen la película de nuestras vidas, para muchas personas sería tentador abandonar el juego de la vida antes de tiempo, porque supone aceptar que muchas cosas escapan a nuestro control, por lo tanto, para qué sirve el esfuerzo. La suerte, la maldita suerte, el estar en ese momento adecuado en el sitio adecuado y siendo también la persona adecuada, es la que hará también que tu vida sea de una manera u otra.

Las ilusiones empiezan a debilitarse, pero falta la estocada final, la definitiva, la que hará que cualquier oportunidad que aparezca, y que en un mundo feliz estaría preparada y reservada para ti, desaparezca cuando ves que otro menos capaz que tú curricularmente, es el elegido. Me refiero por supuesto al clientelismo, ese otro gran reto conocido popularmente al que debe enfrentarse España así como aquellas otras sociedades que comparten una identidad cultural parecida a la nuestra. Es repugnante ver esa red que protege a tanta gente con escasa o ninguna formación, o no la necesaria para ese puesto.

Luego hay quien se sorprende cuando no encuentra a profesionales en distintos ámbitos, o cuando se altera porque ante las mismas consultas telefónicas las respuestas pueden ser dispares con tan sólo unos pocos minutos de diferencia, y es que lo que toca, es aceptar que la formación de los distintos operadores ha sido diferente, no hay más, o quizá, que debido a toda la precariedad laboral la motivación por resolver problemas y hacer bien su trabajo sea inexistente, o quizá sea todo junto.

La otra gran cuestión de la que todavía no nos estamos ocupando como deberíamos es la fuga de excelencia o de cerebros, o lo que en su momento fue concebido por la entonces Ministra de Trabajo Fátima Báñez como movilidad exterior, dejo a cada cual sacar sus propias conclusiones, o como los británicos definieron por primera vez como brain drain con ese juego de palabras tan inteligente y habitual que suelen utilizar.

El “Plan de retorno a España” que fue diseñado inicialmente por la Secretaría de Estado de Migraciones y ahora por el Ministro del ramo José Luis Escrivá tampoco está logrando el éxito esperado con un número muy pequeño de retornados, 58 personas de un total de 200 con las que empezó el piloto y unas 33 con fecha de vuelta cerrada.

El proyecto es cierto que se desarrolla en un momento complicado por toda la crisis derivada de la pandemia, aunque comenzó su andadura en julio de 2019 pero se extiende hasta junio del 2020 en medio de toda la crisis. Sin embargo, no deja de ser menos cierto que cuando un país no sabe aprovechar el talento que tienen sus ciudadanos y son otros lo que obtienen el rendimiento, sin haber invertido un euro en su formación, no puede esperar que la gente más allá de como decía antes, por las ataduras personales que cada uno tiene, y por supuesto por sus orígenes y su historia, además de la inane nostalgia, desee volver cuando el futuro no parece más prometedor que cuando se marcharon, cuando las oportunidades siguen siendo escasas, mal remuneradas y cuando en muchas ocasiones no es reconocida ni siquiera la categoría profesional en trabajos cualificados.

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