Clases de democracia

Simpatizantes de Franco ante el panteón de Mingorrubio.
Simpatizantes de Franco ante el panteón de Mingorrubio.

Los de mi generación vivimos la muerte del Dictador durante los últimos cursos de la  EGB y, ya en plena Transición, aprendimos la Democracia en las clases de BUP, escogiendo delegados, practicando asambleas y decidiendo por votación sobre cualquier asunto que cualquiera tuviera a bien plantear. En el 78 la Democracia se tornó ley, se pretendía  el empoderamiento del Pueblo Español y la supeditación del Estado a la Soberanía popular.  A partir de entonces las dos Españas, la Democrática y la del Régimen Franquista se fundieron, sobre el papel, en una sola: la España Constitucional.

Lo acontecido en la última década y, sobre todo, en los dos últimos años, es la demostración de que la unidad de los Españoles entorno al constitucionalismo no ha sido más que una gran mentira. La España del régimen no se sometió nunca, ni plenamente, a la Constitución del 78 porque sólo lo hizo a partir del artículo 2 dónde se declara:  "La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas".

Está claro, el artículo 2 no es más que el legado del régimen Franquista, extraído casi con literalidad del testamento del dictador: "Mantened la unidad de las tierras de España, exaltando la rica multiplicidad de sus regiones como fuente de la fortaleza de la unidad de la patria."

Pero la Constitución hay que acatarla empezando por el artículo 1 y más importante, el que consagra la Democracia en la Nación Española:  "España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho..."  "La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado."

Al acatamiento a la Constitución por parte del Franquismo no fue sincero, jamás se creyeron lo de la Soberanía Popular ni cedieron a ésta el control de los poderes del estado. En definitiva, la España del Régimen jamás se tornó Demócrata.  En este sentido, la Democracia Española no es más real que lo que representan 40 años de una ilusión, un espejismo,  que se nos presentó en el 78 y que aún hoy perdura.

La Democracia está en el artículo primero de la Constitución y aquellos que se lo saltan no son Demócratas. En el escenario actual, la Democracia todavía hay que aprenderla, practicarla y defenderla día a día; está del lado del "Procés" cuando se reclama el Derecho a Decidir frente a la negación del diálogo y la política que esgrimen los falsos demócratas de la Derecha. La Democracia está del lado de los votantes del 1-O frente a la represión judicial y policial controlada por los falsos constitucionalistas. La Democracia exige valentía para colocarse un lazo amarillo en la solapa y plantar cara a aquellos que te lo quieren arrancar.  

Hay que ser valientes para exigir una nueva y verdadera Transición que nos convierta en una Democracia real, que rompa definitivamente con el Franquismo.

 

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