No creo en el diálogo

¿Diálogo? Hoy día se habla mucho de dialogar. Hay quienes creen que la solución de todos los problemas están en el diálogo.

Diálogo? Hoy dí­a se habla mucho de dialogar. Hay quienes creen que la solución de todos los problemas están en el diálogo. Si me preguntaran: ¿crees en el diálogo?, mi respuesta serí­a afirmativa, con alguna salvedad.   Sí­, creo en el diálogo, pero cuando ambas partes -con voluntad recta- buscan el entendimiento mutuo. Sin embargo, no creo en el diálogo entre la mentira y la verdad; entre los que defienden el error a la vez que pisotean derechos humanos y los que saben permanecer firmes en la verdad y en lo que es justo. Y no porque estos últimos sean incapaces para el diálogo sino porque los primeros utilizan con doblez el diálogo para la consecución de sus fines.

No creo en el diálogo cuando es transigencia en lo que no se debe transigir. No creo en el diálogo cuando una de las partes es una banda de asesinos que no se ha arrepentido de ninguno de sus casi mil crí­menes. Ni mucho menos creo en el diálogo cuando la otra parte ha claudicado ante las exigencias de los asesinos.

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