La crisis del coronavirus y la crisis de valores

Aplauso a cuantos combaten frente al Coronavirus
Aplauso a cuantos combaten frente al Coronavirus

Es doloroso y frustrante ver las terribles consecuencias sociales y económicas de esta crisis. Podríamos evitar muchos daños futuros si exigimos ahora una mejor gobernanza. No me refiero aquí exclusivamente al gobierno de España, sino a muchos gobiernos (demasiados) que no han estado a la altura de las circunstancias. Dada la magnitud y complejidad del problema, es lógico disculpar ciertos errores, pero no debemos tolerar actitudes arrogantes, prepotentes, incoherentes, irresponsables y negligentes.

Sorprende la pasividad que muestra la sociedad ante estos despropósitos. Esta espiral de silencio e indolencia social, por desgracia no es un ejercicio de tolerancia: es un síntoma de la inmoralidad e ignorancia generalizadas.

Muchas democracias se han convertido en la práctica en oclocracias: una forma degenerada de la democracia donde una mayoría poco calificada elige como gobernantes a individuos incompetentes e inmorales cuyo único mérito es la manipulación y su único interés es su beneficio particular. Como consecuencia, los gobernantes elegidos distan mucho de ser las personas más adecuadas y dignas de tal responsabilidad. La alternancia de dirigentes de distintas ideologías es un mera ilusión de democracia. Los discursos demagógicos e ideológicos están diseñados para hacer pensar que podemos elegir entre distintas opciones, cuando en el fondo todas las opciones son igualmente engañosas.

Las ideologías "empaquetadas" son adquiridas por los individuos como quien compra un producto de consumo. Esto resulta más fácil y cómodo frente a la alternativa de esforzarse para elaborar un pensamiento propio. El "consumismo ideológico" es un exponente más de la sociedad de consumo: hasta las ideologías se han convertido en un producto que se elabora, se vende y se compra.

Los individuos creen que gozan de plena libertad de pensamiento, sin ser conscientes de que han "comprado" una ideología. Los individuos simplemente siguen la corriente ideológica adquirida, sin cuestionarse las acciones de sus líderes. Por esa razón en los debates políticos no se confrontan argumentos, sólo se arrojan insultos y descalificaciones al contrario.

Por la misma razón, estos individuos son incapaces de censurar las actitudes incoherentes, irresponsables o deshonestas de sus goberantes. No hay capacidad racional ni objetividad para distinguir la buena de la mala gestión. Estas sociedades son moralmente perversas porque en ellas no se valora el esfuerzo, la coherencia, la responsabilidad, la honestidad y los méritos. Los sectarios no son justos ni racionales.

La demagogia se sirve de potentes instrumentos para vender y mantener sus discursos vacíos. Entre ellos, destacan el miedo, la desinformación, la confrontación, la incultura y la falta de asunción de responsabilidades.

El miedo es una extraordinaria estratagema de manipulación. Cuando se inculca miedo a la sociedad se desvía su atención hacia el agente causante del peligro. Además, cuanto mayor sensación de peligro, cualquier salida menos mala será considerada como un éxito que se atribuirán los gobernantes.

La libertad de información se convierte en libertad de manipulación cuando los medios de comunicación están comprados por los poderes públicos.

 

Provocar confrontaciones sociales es una estratagema sumamente eficaz como mecanismo de distracción de la sociedad. Se divide a la sociedad para desviar la atención de los problemas que realmente deberían preocuparle, al tiempo que se generan animadversión hacia los enemigos políticos que representan ideologías contrarias. La verdaderas confrontaciones que deberían preocupar a la sociedad, como por ejemplo la igualdad de clases y la buena gobernanza quedan de esta forma totalmente ignoradas. Vemos muchos ejemplos de estas confrontaciones en la sociedad actual: confrontación hombres/mujeres, heterosexuales/homosexuales, estado/regiones, nativos/inmigrantes, etc. etc.

La incultura es el mejor terreno para el triunfo de la demagogia. Por eso, en estas sociedades, las mentes y el tiempo libre de las grandes masas se inundan con programas "telebasura" que no solo no enriquecen, sino que envilecen a las personas y relativizan la falta de moral de los dirigentes.

Exculparse, incriminar o culpabilizar a otros de los problemas es otra estratagema recurrente. Es además una forma idónea para que los irresponsables encubran su irresponsabilidad.

La inmunidad judicial de las clases gobernantes es otra aberrante estratagema para eludir responsabilidades. Esta inmunidad se convierte en la práctica en una impunidad que la sociedad acepta sin cuestionamiento.

Hay esperanza!: Otra sociedad es posible.

Esta crisis va a ser un hito histórico: nada volverá a ser como antes. Estamos en una encrucijada: un cruce de caminos ante el que la sociedad puede elegir si seguir en lo políticamente correcto o dirigirse a lo éticamente correcto.

Pero no es tarea fácil. El primer paso y el más difícil, es el despertar de la "conciencia social".

Una sociedad ética está construida sobre valores (que no ideologías) compartidos. En esta sociedad, los valores - por encima de cualquier consideración ideológica o política - son los que rigen el comportamiento de cada individuo. Las sociedades "éticas" están formadas por individuos libre pensantes, y se caracterizan por la reflexión, el respeto y el diálogo.

En una sociedad ética, no tiene cabida la manipulación de las masas, ni la inmunidad judicial de las clases dirigentes, ni la mentira, la incoherencia o la irresponsabilidad.

La verdadera democracia requiere una sociedad ética, de ciudadanos libre pensantes dirigidos por verdaderos líderes.

Líderes que encarnen los valores que predican. Líderes coherentes y honestos. Líderes capaces de generar una visión, transmitir confianza y hacer posible este cambio. Líderes que nos guíen con su luz, como los faros. Líderes muy visibles y firmemente apegados a sus valores. Líderes capaces de resistir los embates y las tentaciones de la inmoralidad y la demagogia.

Tenemos que asumir nuestra responsabilidad individual, despertar la conciencia de la sociedad, liberarla de la manipulación y saber identificar y elegir a los líderes adecuados.

"De la conducta de cada uno depende el destino de todos" - Alejandro Magno

"Mientras que no surjan verdaderos líderes, tendremos que liderarnos a nosotros mismos" - Domingo Rey Peteiro

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