Cuarenta años negando que la violencia de pareja tiene doble sentido y es simétrica: implicaciones para la prevención y el tratamiento

Violencia de género.

En noviembre de 2013 Murray Straus fue el ponente de la conferencia inaugural del IV Congreso Español de Victimología, organizado por la Universitat Oberta de Catalunya, la Sociedad Científica Española de Victimología y la Sociedad Catalana de Victimología. 

En su conferencia este reconocido experto dio a conocer los resultados de diferentes trabajos sobre violencia familiar que utilizan una metodología en que se pregunta a los diferentes miembros de la familia. Los resultados son similares en todo el mundo. A grandes rasgos, en la mitad de los casos la violencia es ejercida por los dos miembros de la pareja mientras que en el resto se divide a partes iguales entre la violencia perpetrada por los hombres y la perpetrada por las mujeres. 

Un ejemplo de ello es una encuesta nacional en los EE. UU., con una muestra de más de 8.000 entrevistas, en la que los casos de agresión física en la pareja se distribuyen en un 24 % de casos de violencia perpetrada por un hombre, un 23 % casos de violencia perpetrada por una mujer y un 54 % donde hay violencia de doble sentido. 

Incluso en algunos casos hay más mujeres agresoras que hombres, como en dos estudios transnacionales en relaciones de pareja de estudiantes universitarios realizados en diferentes países –entre ellos España– en los que se muestra que la violencia en cualquier tipo de agresión por parte de las mujeres es casi el doble que la masculina. Entre los que han recibido castigo corporal por parte de sus padres en España, en un 54 % de los casos la violencia ha sido perpetrada por el padre y en un 62 % por la madre. 

Por otro lado, los datos de estudios elaborados en Estados Unidos y Canadá muestran como en los casos en que la violencia acaba con la muerte de uno de los dos cónyuges, en dos terceras partes la víctima es una mujer. «Pero en un tercio de los casos son hombres, y esto no se puede pasar por alto. Tenemos que asistir a las víctimas en ambos casos», ha asegurado. En este sentido, ha criticado a quienes dicen que las mujeres agreden como respuesta a una agresión anterior del hombre: «Los casos de autodefensa se dan en una minoría a veces, son la excepción». 

Respecto a los estudios en la violencia en la que las víctimas son los hijos, lo más usual también es que los dos miembros de la pareja ejerzan esa violencia. Así, en la mitad de casos hay violencia de padre y madre, en un 25 % la violencia es tan solo del padre y en un 25 % tan solo de la madre. 

Straus también subraya que «por lo que respecta a la salud mental, las agresiones en el ámbito de la pareja afectan tanto al perpetrador de la violencia como a la víctima» y que una tercera parte de los niños agredidos se convierten en agresores cuando son adultos. 

Esto último ya fue estudiado y divulgado ampliamente por Erin Pizzey, motivo por el cual sufrió amenazas de muerte y boicots debido a sus investigaciones. 

Este experto ha criticado la metodología de muchos estudios en los que no se contempla que las mujeres puedan ser perpetradoras de violencia. «No se conocen estos datos porque no se estudian», ha explicado. «Las agencias de las Naciones Unidas no preguntan sobre si las mujeres que son víctimas también han sido agresoras, no se plantean que los hombres puedan ser las víctimas. Y, por lo tanto, siempre les sale que las mujeres son el 100 % de las víctimas». Por todo esto, Straus ha concluido que «se tiene que sustituir esta mirada en la violencia familiar en que tan solo los hombres perpetran la violencia y tenemos que ver que es bidireccional. Tenemos que sustituir los programas de prevención dirigidos tan solo a hombres y niños y hacerlos neutros en cuanto al género-sexo. Y tenemos que tener en cuenta que las víctimas pueden ser perpetradoras y que los perpetradores también pueden ser víctimas. Tenemos que determinar el tratamiento a seguir en los casos de violencia doméstica sobre la base de un cribado y no sobre presuposiciones», ha concluido. 

 

Straus, galardonado en diferentes ocasiones por sus trabajos de investigación, fue pionero en estudios sobre violencia doméstica. Pero los numerosos datos de sus trabajos, elaborados a lo largo de tres décadas, chocan frontalmente con el discurso oficial sobre este tema en países como España. Tanto él como otros investigadores como Suzanne Steinmetz y Richard Gelles llevan mucho tiempo concienciando sobre el hecho de que los hombres también son víctimas de la violencia familiar, por lo que se han ganado muchas críticas y han llegado a recibir amenazas de muerte por parte de grupos femiestalinistas de «género», con amenazas de bomba incluidas. 

Para quien desee mayor información, se recomienda la lectura del texto de Murray Straus que, lleva por título: “Treinta años negando la evidencia de la simetría de género en la violencia de pareja: implicaciones para la prevención y el tratamiento”, del cual se adjunta enlace en pdf, al final de este artículo, en lengua inglesa… 

La primera parte del artículo de Murray Straus resume los resultados de más de 200 estudios en los que se demuestra la simetría de género-sexo en la perpetración y en los factores de riesgo y los motivos de la violencia física en las relaciones maritales y de pareja. También se demuestra en la investigación que la mayoría de la violencia de pareja es mutua, recíproca, y que la autodefensa explica solo un pequeño porcentaje de la violencia de pareja por parte de hombres o mujeres. La segunda parte del artículo documenta siete procedimientos que se han utilizado para negar, ocultar y distorsionar la evidencia sobre la simetría de género-sexo en la violencia de pareja. La tercera parte del artículo sugiere explicaciones para la negación de un abrumador cuerpo de evidencia por parte de académicos de renombre. La sección final sostiene que ignorar la abrumadora evidencia de la simetría de género ha paralizado los programas de prevención y tratamiento. 

En la misma dirección, es importante mencionar las conclusiones a las que llega la periodista e investigadora Patricia Pearson que afirma que el 90% de las mujeres que agreden a su esposo, novio, compañero… lo hacen porque están furiosas, celosas o frustradas y no porque traten de defenderse de agresiones los de los hombres. 

Como se indicaba más arriba, Straus menciona en su extenso artículo los procedimientos que se han utilizado para negar, ocultar y distorsionar la evidencia sobre la simetría de género-sexo en la violencia de pareja; las formas, según él, han sido muy variadas: 

-Esconder la evidencia-evitar obtener evidencia de agresión por mujeres, como hacer estudios en los que sólo se pregunta a los hombres por sus agresiones hacia las mujeres y no se les pregunta a ellas-seleccionar sólo una parte de la investigación, con determinadas muestras, que apoya sus presupuestos. 

-Escribir en los artículos unas conclusiones que son contrarias a los datos que hay en el propio artículo (pone algún ejemplo)-bloquear la publicación de los artículos y autores que presentan evidencia que contradice la teoría feminista. 

-No otorgar fondos para estudiar ninguna otra violencia que no sea la de los hombres hacia las mujeres. 

-Acosar, amenaza y penalizar a los investigadores que han presentado esa evidencia. Es lo que le pasó a Erin Pizzey, de la que hablábamos, también, más arriba, y al propio Straus o a Susan Steinmetz. 

En cuanto a las razones por las que se produce esta negación de todos los datos que contradicen la teoría feminista, Straus da algunas: 

1- Estos datos se ven como una amenaza para el feminismo en general. La violencia de pareja es la “joya de la corona” del feminismo. Si se desmonta el Patriarcado/machismo como causa esencial de la violencia de pareja, el feminismo se quedaría sin la pieza más importante de su estrategia de propaganda, el ejemplo más dramático donde se observan los daños del patriarcado sobre las mujeres y que ilustra la necesidad de demoler las estructuras patriarcales. Si el Patriarcado es sólo un factor más, la urgencia de ese objetivo de acabar con él y, por tanto, de la ideología que lo sostiene se hundiría. Se trataría solamente de un objetivo más, a la altura de muchos otros que requerirían una atención y esfuerzos similares. 

2- El miedo a perder recursos, fondos y apoyos para una serie de servicios y organizaciones, no sólo para los que ayudan directamente a mujeres víctimas de violencia, sino para muchos otros servicios que giran alrededor de ellos. 

3- Otro factor tendría que ver con las “Creencia socialmente adaptativa: creencias es sensible a las recompensas y castigos sociales”, creemos algo no porque sea la verdad sino porque es la ideología de mi grupo. Tener ciertas creencias se convierte en una señal de identidad y de pertenencia política. 

Cuando la explicación feminista de la violencia de pareja se politizó, se convirtió en seña de identidad para la izquierda política. Y, eso empuja a la gente a rechazar la evidencia que contradice sus valores. 

Resumiendo, Murray Strauss dice que los teóricos feministas niegan la evidencia desde hace treinta años (que hoy ya son cuarenta), y aquí, en España, el «reino de la igual-da de género», el Congreso de los diputados dice que los negacionistas son los que no aceptan la teoría feminista. 

¿Cómo salimos de esta situación? 

Está claro quién tiene la sartén por del B.O.E. por el mango, así que punto final. 

Conclusiones: 

La conclusión fundamental es que el Patriarcado/Machismo no es razón suficiente, ni científica para explicar la violencia de pareja. 

La violencia de pareja puede ocurrir sin presencia de este supuesto factor de riesgo y la presencia de este -supuesto- factor de riesgo no se asocia de forma automática a la presencia de violencia de pareja. 

Los datos de los diversos estudios «serios», sin sesgo de «género» que se han realizado hasta ahora en diversos lugares del mundo, llevan a la conclusión de que la violencia de pareja es de pareja, no de «género», ya que ocurre con características similares en todo tipo de parejas, en parejas formadas por personas de cualquier sexo, identidad u orientación sexual. 

La última y más preocupante conclusión es que mientras no aceptemos una teoría congruente con los datos científicos, no vamos a poder realizar una buena prevención y un buen tratamiento de la violencia de pareja. 

Y, si alguien no tiene suficiente con lo expuesto en el presente artículo, lo invito a leer el texto «500 razones contra un prejuicio», de Javier Álvarez, que se puede descargar gratis en el siguiente enlace: 

https://www.academia.edu/41092862/500_razones_contra_un_prejuicio 

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