Desconfía y...

Pedro Sánchez.
Pedro Sánchez.

Todo dicho popular deja esculpido para la historia un aforismo que sintetiza una experiencia consolidada de vida. Al que me refiero en esta ocasión, proviene seguramente de escarmientos repetidos por haber confiado, sin más, en otros que finalmente no resultaron dignos de confianza.

Una desconfianza que se ejerce sobre todo y sobre todos, posiblemente pueda considerarse una patología. Quizá el acierto en su aplicación resida en el justo equilibrio entre la credulidad y la prudencia. Y, por supuesto, en alejarnos de planteamientos ingenuos.

Desde luego, el conocimiento del otro, sus principios, su honorabilidad, su trayectoria, nos ayudarán a la hora de discernir sobre la bondad de sus intenciones. Si nos constan antecedentes de mentiras, trampas, incumplimientos, ambiciones desmedidas, etc, o sabemos que enfrente tenemos a una persona para la cual el fin justifica los medios, o lo que es lo mismo, carente de escrúpulos, el engaño que sufriremos será de nuestra responsabilidad o, si se quiere, por nuestra irresponsabilidad.

Recientemente me he preguntado sobre el relevante acontecimiento en la política exterior española, del que nos hemos enterado porque Marruecos hizo pública la carta recibida de Pedro Sánchez, y por el inmediato regreso de la embajadora que el país vecino había llamado a consultas. Deliberaciones que se prolongaron durante prácticamente un año. No sabemos si semejante dilación se debió a la dificultad de las preguntas o, tal vez, a que las respuestas debían tomar forma de consecuencias, que los españoles tendríamos que asumir, como prometió la embajadora al partir hacia su país. Y, claro, la venganza precisa su tiempo para servirse como conviene.

Ese cambio de ciento ochenta grados, que se produjo sorpresivamente, viene retomar la “tradicional amistad” de ambos reinos, según dicen. Pero, evidentemente, tal bandazo no fue casual. El presidente del gobierno español abandonó, de un plumazo, la defensa de la Resolución de la ONU sobre el Sáhara occidental, que dispone la celebración de un referéndum para que su pueblo elija entre su independencia o su integración en Marruecos.

Esta actitud presidencial rompe con la arraigada postura española, sostenida en el tiempo, a pesar de la rotación en el mismo de formaciones de distinto signo político. Se trató, hasta la fecha, como correspondía, como un asunto de Estado.

Al otro lado del charco, el gobierno norteamericano ya se había ciscado en dicha Resolución al reconocerle públicamente a Marruecos el derecho sobre dichos territorios. Lo que contraviene la legalidad internacional. Pero no importa, porque esta vez interesa tener un socio fiable, al menos a un lado del estrecho. Todo indica que el presidente del gobierno español ha tomado muy buena nota de esta escora americana.

Como no podía por menos de suceder, las otras partes involucradas se han sentido traicionadas por el gobierno español, o por parte del mismo o, al menos, por su presidente. Pero, para los efectos, da lo mismo. Y ya sabemos lo bien que se asume la traición por aquello pagos. Así que Pedro Sánchez ha cambiado unas consecuencias conocidas por otras aún por conocer. Pero ya nos enteraremos. A mayor abundamiento, esta nueva política se toma con el agravante de la ausencia de garantías por parte de Marruecos sobre sus demandas sobre Ceuta y Melilla, que también afirma son de su territorio. Asunto que ni la OTAN ni los norteamericanos consideran de su incumbencia.

Lleva un tiempo Pedro Sánchez, que parece andar como alma en pena, buscando la manera de departir unos minutos con su colega norteamericano. Tal vez no soporte verse ninguneado, o que precise de reconocimiento a cada paso, o de mayor consideración. ¿No conviene ya sentarse a hablar, como corresponde, de estadista a estadista? ¿Habrá agradado lo suficiente a Joe Biden este gran paso de Pedro Sánchez, dado en la “buena dirección”? ¿Disolverá las dudas que pueda albergar sobre la fiabilidad del solicitante? ¿Accederá por fin a recibirle? Si por esto fuese, podría concluirse que, por el coste que nos va a suponer, ese publi-reportaje va a ser la “madre de todos los publi-reportajes”

 

Y es que “Cuando la limosna es grande, hasta el santo desconfía"

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