El drama africano

Habré, gobernante dictatorial del Chad en la década de los ochenta, buscó refugio dorado en Senegal. Bélgica, nación ejemplo de persecución de los crímenes internacionales, procedió contra él en ausencia tomando declaración a víctimas y testigos de violaciones a los derechos humanos y al derecho internacional humanitario de este dictador exiliado. Cuando Bélgica se encontró impotente por la callada por respuesta de Senegal ante su conminación de procesar o extraditar, obligación contemplada en la Convención contra la Tortura, recurrió ante la Corte Internacional de Justicia que desestimó una petición de medidas provisionales belgas ante la promesa senegalesa de no dejarle escapar. En sólo unas horas fallará esta suprema corte de Naciones Unidas compuesta de 15 antiguos diplomáticos que enfocan la justicia internacional más a favor de la soberanía del estado que guiados por el principio pro homine. Puesto que la Corte Penal Internacional es la bestia negra del continente africano, aquella no quiere este calificativo máxime cundo la Unión Africana maniobra para dotar a su tribunal de competencias en esta campo en un claro reto al estatus quo internacional. El drama africano es que sus dictadores mueren en exilios dorados sin enfrentar la justicia que reclaman sus víctimas. Enjuiciar o extraditar es la solución al grave problema de rendición de cuentas africano.

 

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