Educación y manipulación

Sr. Director:

De antiguo viene la manipulación, pero de más antiguo viene la educación. La historia nos recoge que al menos hasta el siglo XVI, quien se preocupaba de la educación era exclusivamente la Iglesia. Los reyes y los gobernantes se ocupaban de manera preferente de la formación militar de las mesnadas, pues las continuas guerras era lo que precisaban: fuertes, valerosos y aguerridos soldados.

Cuando una relativa paz dominó los espacios territoriales la educación se hizo extensible a un muy numeroso público y es entonces cuando los gobernantes comienzan a vislumbrar el extenso campo que tienen ante sí: una inmensidad de ciudadanos que educados siguiendo unas praxis determinadas podrían ser una fuente de hombres más felices, para la paz y para su servicio. Y no es que la Iglesia fuese apartada de este quehacer: Dios estuvo muy presente al comienzo en la educación: Ser buenos cristianos era el paradigma y culmen de esa etapa. Luego vendrían colegios, universidades donde continuaban aquellos que descollaban por su inteligencia y por su situación social y económica.

Sin embargo, el paso de los siglos trajo consigo las ideas propias del iluminismo, de los nacionalismos, de la democracia aberrante, de los krausistas y de los socialismos que sustrajeron a la Iglesia el papel rector y, cuanto más, le dejaron a título privado un papel catequizador. Y así llegamos a los marxismos con su papel preponderante sobre los programas educativos puestos al servicio de la ideología gobernante. A los alumnos, a los padres, a la sociedad y a la Iglesia se les ha restado de manera más o menos violenta la función educativa que por derecho y tradición les corresponde. De esta manera la educación se ha convertido en una somera y brutal manipulación.

Nacho P. Aguilar