Ser felices para hacer felices a los hijos

Muchos matrimonios felices han declarado cuál ha sido el factor o factores que lo hicieron posible:

1.-Se tomaron en serio el amor, el matrimonio, la vida conyugal y la familia. Para ellos todo eso fue siempre lo prioritario. Se comprometieron a amarse con una entrega y fidelidad total y lo intentaron vivir cada día. La fuerza de ese amor comprometido les hizo más fácil aceptar al otro con sus defectos y con sus cambios a lo largo del tiempo, lo que, a su vez, les fue ejercitando en virtudes como la sinceridad, el respeto y la generosidad

2.-El olvido de sí mismo para estar pendiente del otro; la renuncia a muchos gustos personales para complacer al amado. Cada cónyuge debe basar su felicidad en hacer feliz al otro: ser feliz como consecuencia de ello. Aristóteles afirmaba que la felicidad no se puede buscar en sí misma, no se puede perseguir, ya que es algo que sobreviene, es algo añadido. Tomás de Aquino era de la misma opinión: la felicidad es el gozo o dicha que se deriva de haber conseguido un determinado bien (por la plenitud o perfección personal que esto último conlleva). Lo podríamos expresar así: "a la felicidad por la perfección".

3.-En el matrimonio la felicidad de cada uno depende de la del otro. No se puede encontrar la propia felicidad a costa de la del otro. O los dos felices o ninguno.

4.-Ser amigos, además de cónyuges. Los matrimonios felices están basados en una amistad profunda. Ello contribuye a que los pensamientos y sentimientos positivos predominen sobre los negativos. La afinidad espiritual propia de la verdadera amistad es una fuerza que une. A un amigo se le confía todo. Los amigos quieren las mismas cosas y se alegran y duelen de lo mismo. Los amigos conversan entre sí, se consuelan y ayudan. La amistad no impide que los cónyuges riñan, pero sí ayuda a que las peleas no acaben en una crisis conyugal.

Vídeo del día

Abascal: “Hemos asistido a un bochorno internacional de consecuencias incalculables”