El futuro ya no se espera, se teme

Audiencia Nacional.
Audiencia Nacional.

Una carrera por la calle Serrano camino del Retiro puede hacer que, de manera casual, te topes con un cartel de las últimas elecciones autonómicas del 4 de mayo de 2021 en Madrid, las de hace más de 15 meses, con la imagen de Isabel Díaz Ayuso y su cacareada proclama por la LIBERTAD, esa facultad de la que, de un tiempo a esta parte, se ha ido sutilmente privando a cualquier mortal con independencia del lugar y circunstancias en las que esté.

Y ahí estaba, entre los frondosos árboles que flanquean la fachada del número 124 de la citada calle, sede de la Residencia del Embajador de Francia, con el enorme y orgulloso gallo en un acceso en el que, lógicamente, no falta la tricolor. 

Pero no es el olvido, el paso de tanto tiempo sin la retirada del cartelón lo que ronda por mi cabeza durante el trayecto hasta mi destino. Es su contenido, la palabra LIBERTAD, en un edificio perteneciente al país vecino que, como hemos sabido en las últimas semanas en este mismo medio u otros como Confilegal o La Razón, ha emitido una OEDE (Orden Europea de Detención y Entrega) a través de la fiscalía de Lille con implicaciones a ciudadanos españoles.

Hasta ahí, todo bien. Sin embargo, tras la lectura de los recientes artículos de la prensa antes reseñada, se puede deducir que esa LIBERTAD del objeto propagandístico frente al "muro francés" cobra más valor si cabe tras la prisión "provisional" –desde el 23 de junio–, de dos hermanos españoles acusados de tener una condena de 30 años sin ni siquiera haber pasado por los juzgados franceses o españoles. Han leído bien; sí, me refiero a lo de "provisional" con la friolera de ¡¡¡47 días!!! acumulados entre rejas sin juicio alguno, sin fianza y sin la LIBERTAD de poder estar con sus familias, cuatro menores incluidos. 

Y hablando de LIBERTAD; de su privación, mejor dicho, se ha revelado que el juez Pedraz, titular del Juzgado de Instrucción N° 5, ha accedido a la extradición de los dos hermanos de acuerdo a la petición de esa OEDE no exenta de errores, contradicciones y defectos que van desde los formularios hasta los procedimientos, pasando por los requerimientos o demandas de la defensa. Ciertamente, rocambolesco.

Se preguntaba el citado juez en Twitter hace 9 años, el 15 de junio de 2013, que "será verdad que estamos en una época en la que el futuro ha dejado de esperarse para pasar a temerse". Pues, con este tipo de decisiones o situaciones a las que nos han conducido y nos están llevando impositiva, global, política y sanitariamente hablando, no dudo de que ya tiene pistas para obtener una respuesta satisfactoria a su cuestión. 

Lo del otrora futuro del juez en 2013, ahora frenético presente, ¿es o no es para temer en una actualidad en la que la LIBERTAD parece haber puesto rumbo a exilios forzados?

Visto lo visto, el futuro se ha convertido en sinónimo de temor, de la pesadilla que habita con estas dos familias, con esos  pequeños que, hace escasas horas, visitaban a su padre en la cárcel de Soto del Real antes del más que posible e inminente traslado a Francia por vender teléfonos móviles encriptados, actividad legal en nuestro país, a compradores –luego, redes criminales– que se han servido de "EncroChat", un sistema de chat difícilmente descifrable por las Fuerzas de Seguridad, para cometer infinidad de delitos de los que, injustamente, se les acusa.

En otras palabras y situaciones menos profanas, imagine que el propietario de una ferretería vende un lote de cuchillos a un cliente que los utiliza para asestar varias puñaladas a diestro y siniestro o cometer un asesinato. O que alguien se lleva cientos de tornillos y clavos de su establecimiento con la intención de fabricar un artefacto explosivo casero tornillería incluida. Seguramente, se investigaría al comerciante para intentar hallar el origen de esas "armas", pero...¿ingresaría en prisión por orden judicial y pasaría allí más de mes y medio? Pues, sinceramente, no. 

 

Si le resulta más familiar, tal vez, recuerde el episodio de la venta y liberación de móviles prepago por parte de la empresa Test Ayman S.L. para Bazar Top con motivo de los infames atentados del 11-M. ¿Conocían los vendedores el propósito e intenciones de los compradores de esos terminales? Con casi plena seguridad, no. Como nosotros, los españoles, aún inmersos en un mar de dudas sobre lo que realmente pasó aquel día de la infamia.

Si tienes un negocio de este u otro tipo y te piden seis, nueve o doce teléfonos, portátiles, vehículos, etc. los vendes ipso facto, ¿o no? Es cuestión de intereses comerciales. 

Como en la Sección Tercera de la Sala de lo Penal se indicaba en un auto el pasado 20 de julio, con los dos españoles ya encarcelados durante un mes, D. Juan Carlos Campo, magistrado de la Audiencia Nacional, se refería a "las dudas razonables de actuación para investigación o ejecución ante el contenido de la OEDE". No hay más palabras, señoría. 

Poco a poco, con mucho tiempo de penar y pesar en prisión para estos dos honrados padres de familia, van quedando claras las urgencias y coacción del estado galo con una serie de repetidas actuaciones que, además de retratar la chapuza e inconsistencia judicial de los cargos, refuerzan el temor al futuro que nos espera, ahora tornado en una rabiosa actualidad en la que cualquier individuo está bajo sospecha por honradamente ejercer su trabajo –muy orwelliano, por cierto–, además de verse sujeto a la vulnerabilidad, indefensión e inseguridad jurídica por la arbitrariedad de decisiones –o sentencias condenatorias sin juicio– de un segundo Estado capaz de exigir la extradición a tu propio país sin herramientas jurídicas que te protejan ante tal invasión y velen por tu privacidad, trabajo y familia. 

Todo nos resulta conocido, leído. La función de los juristas serviles al corporativismo de "El talón de hierro" (1908) de Jack London; la opresión del Imperio (Estado) sobre una deshumanizada civilización sin identidad, social y matemáticamente controlada, como refleja Yevgeny Zamyatin en "Nosotros" (1921), o la exposición de un socialismo que atufa a impositiva dictadura en "1984" (1949) de George Orwell son sólo algunas muestras del pasado siglo que, entonces a modo de vaticinio, pueden ayudar al juez Pedraz a encontrar ahora las claves de su pretérita y reflexiva pregunta de hace nueve años. 

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