¿Gaitas en Moncloa?

Felipe González.
Felipe González.

Llegué casi al final de la entrevista. Bertin Osborne preguntaba en un ambiente desenfadado y cercano a Alberto Núñez Feijóo. Éste semejaba sentirse a gusto y respondía con naturalidad.

Sin embargo, las cuatro respuestas que pude escuchar me hicieron sospechar que no eran tan improvisadas como podían parecer, sino que más bien estaban preconcebidas y tenían una intencionalidad clara, en el modo y en el contenido.

Es una obviedad que un político busca, en todo momento, trasladar la imagen que desea a la opinión pública. Así que lo que dice, y cómo lo dice, hay que enmarcarlo precisamente en esa estrategia. Lo contrario sería pecar de ingenuidad.

Sobre esas cuatro perlas apunto unas consideraciones:

1.- “Lo único que no perdonaría a un político es que vaya a la política a ganar dinero, a enriquecerse”.

Desconozco si con anterioridad ya ha perdonado ese pecado. Sea como fuere, no puede ocultarse que constituye una hábil contramedida para contrarrestar el más que probable ataque de la izquierda con ese misil mediático de: PP, partido de los corruptos.

2.- “Voté a Felipe González y lo volvería a votar otra vez”.

Tampoco podemos verificar si ha sido así en el pasado. Pero, visto lo visto, actualmente tendría muchos más motivos para repetir su voto, pues la categoría de sus sucesores eleva al sr. González a la dignidad de estadista. No obstante, esta contestación de doble filo, tiene bastante pinta de torpedo disparado bajo la linea de flotación del PSOE. Un buque muy lastrado y que hace aguas por muchas vías. Feijóo ha lanzado sus botes salvavidas a los socialistas avergonzados con este partido socialista, y a los votantes que se sienten traicionados, para evitarles la ignominia y permitirles sobrevivir al hundimiento. El puede recogerlos y acogerlos.

3.- “De VOX solo me interesan sus votos”.

 

Esta confesión, realizada al final de la entrevista me ha parecido más franca, sin máscara ni postureo. Un intento de atraer a su arca centrista a los antiguos votantes que se han ido, para que vuelvan. Esos que están deseosos de creer que las cosas cambiarán, que ahora sí hay una oposición seria, con posibilidades de sacar del poder a este PSOE y a sus socios anti-españoles. Desliza la convicción de que se aproxima el momento de unir el voto más que nunca. Sin embargo, al descubrir así la cara, ha dejado al descubierto algunos rasgos, antes disimulados. Feijóo, que se ha definido a sí mismo como persona dialogante, que no es “de los del no”, ha caído en una grave contradicción. Ha dejado claro que no le importan las propuestas, ni los planteamientos de Vox. Las que varios millones de españoles consideran de sentido común, y hasta verdades de Perogrullo. Sólo le interesan sus votos, no lo que piensan los votantes. Traslada la sensación de utilizarlos en su propio beneficio, y de que su interés está en alcanzar el poder. Como Sánchez, otro paladín del diálogo y, simultáneamente, caudillo del “No es No”, y del “¿que parte del No, no entiende?”. Harían bien los votantes, que quieren que las cosas cambien de verdad, en repensar su voto.

En si es mejor, para avanzar de forma efectiva en la regeneración democrática, darle mayoría absoluta a Feijóo.

4.- “Yo nunca engañaré a los españoles; todo lo más, puede que les oculte cosas”. “Que el no miente”, (como otros, se sobreentiende).

Quizá un propósito de alejarse de la acostumbrada y penosa máxima política en España, de que las promesas se hacen para no cumplirse. Aunque, antes de creérselo, estaría bien hacer memoria del refranero popular, que nos previene: “Dime de lo que presumes...”

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