Los hijos del fax

Cada semana llegan más de cien alumnas y alumnos nuevos a Bizkaia. Provienen de otros países (principalmente de Latinoamérica, el Magreb y de diversos puntos de Europa del Este, así como de China y del África Subsahariana) o de otras comunidades autónomas (cada vez más). Por circunstancias familiares, aparecen en medio del curso escolar, fuera del plazo de la matrícula ordinaria. Cada viernes, de otoño a primavera, una comisión determina cuál es el centro y el aula donde mejor pueden incorporarse, de acuerdo a su petición según el modelo lingüístico y la titularidad de centro. Las familias emigrantes viven mayoritariamente en determinados municipios y barrios, y en los centros de esas zonas se concentran las nuevas altas discentes.

A mediodía del viernes, los centros destinatarios de este alumnado recién llegado reciben un fax desde la Delegación de Educación. Se les comunica, sucintamente, los nombres y su urgente fecha de ingreso. Son conocidos coloquialmente, y con todo respeto, como “los hijos del fax”. Allí se presentan y son recibidos por profesores y condiscípulos. La mitad llegan desconociendo ambas lenguas oficiales; otros conocen el castellano, pero con otro acento y ritmo. La mayoría acumula déficits curriculares, a veces severos. Algunos y –sobre todo- algunas alumnas llegan con edades de secundaria y nula escolarización previa. Otros son menores no acompañados por ningún familiar y quedan tutelados por la Diputación Foral. Cuando el número de extranjeros rebasa un cierto número, variable en función de sus características, se envía profesorado de refuerzo lingüístico para acelerar su integración.

“Los hijos del fax” aportan diversidad humana, interculturalidad, plurilingüismo, y una estilo de aprecio por la educación como oportunidad única,… de la que todos podríamos aprender. Son testimonio vivo de la injusticia del mundo, del hambre y de la pobreza que acucia a muchos seres humanos. Como todos los procesos educativos los efectos de su llegada sólo se apreciara a medio o largo plazo. Los de más edad buscan una incorporación laboral rápida y sus antecedentes académicos hacen difícil otros objetivos educativos. Los más jóvenes, muchos en niveles de educación infantil, serán –con toda seguridad- alumnado con todas las opciones abiertas, porque su actitud de esfuerzo puede compensar sobradamente su desnivel sociocultural. Que lo recuerde nuestro profesorado para una intervención precoz, sobre todo el de educación primaria. La ciudadanía debe saber que este capital humano enriquece y forma parte esencial de nuestra sociedad.

 

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