Hombres de Estado

“Por grande que sea el puesto, ha de mostrar que es mayor la persona”

(Baltasar Gracián; 8 de enero de 1601- 6 de diciembre de 1658)

 

Este breve análisis nos lleva a plantearnos ¿qué es la política? Decía el presidente Suarez (Q. e. p. d.) que “a la política se viene llorado...”. Con esas palabras quería señalar que se debería venir con callo, con experiencia de gobierno, con experiencia en la Administración.

Sin ir más lejos, observamos no solo desgraciadamente en este Gobierno las idas y venidas en su orden y directrices, que muchas veces solo entran en vigor horas, sino minutos; y que la estrategia, o no se activa por intereses espurios o por falta de conocimiento.

En definitiva, somos los gobernados quienes sufren sus consecuencias.

El mundo que conocemos actualmente atraviesa por un cambio de paradigma. La sociedad no volverá a ser la misma después de los confinamientos y su posterior reducida.

Todo se ha cuestionado, como la importancia de esos trabajos humildes que nos han salvado la vida, literalmente como las cajeras, mensajeros, guardias de seguridad.

Qué decir de los sanitarios, policías, militares. Aquellos que han sufrido a lo  largo de los últimos años un recorte en sus presupuestos, por qué siguiendo la analogía del cuento de Pedro y el lobo, nunca pensaron que llegaría el lobo.

Además, sorprende la valoración del presidente del Gobierno, el cual calificaba de “enorme sorpresa positiva” la actuación de estos cuerpos.

Tener una buena imagen personal, ideas y principios sólidos y una preparación adecuada para la política, no significa necesariamente ser un hombre de Estado.

La edad y con ella la experiencia de años en la gestión y administración de un Ayuntamiento, Comunidad Autónoma o el Gobierno del Estado es lo que da ese callo, ese conocimiento para poder actuar con criterio ante una crisis de esta envergadura mundial.

 

Merkel, Putin, Trump o Xi Jinping son líderes que llevan a sus espaldas años de preparación y gestión, bien de Administraciones públicas, bien de grandes imperios empresariales.

Todo esto nos lleva al análisis sobre si en este momento tenemos en nuestro país un hombre de Estado.

Un líder que reúna sobre él o ella las cualidades necesarias expuestas anteriormente. ¿De verdad lo tenemos? Hemos visto que los gobiernos peor valorados han sido los que vinieron a aprender desde el Gobierno como se administraba a los ciudadanos, resultando sus políticas en paro y crisis.

Con un aumento desenfrenado de la deuda y el gasto público en personal y organizaciones, vulgarmente llamadas chiringuitos, centradas más en la colocación de amigos y seguidores.

Los partidos deberían formar a sus futuros dirigentes entre jóvenes preparados, reuniéndoles poco a poco en grupos políticos internacionales afines a su ideología y creencias.

Esto facilitaría las negociaciones futuras entre conocidos y no estar sentado en una silla, cual pasmarote, a un nuevo allegado sin confianza ni capacidad de comunicación entre los líderes mundiales.

La imagen de los presidentes españoles sentados y aislados frente a las conversaciones distendidas y aparentemente divertidas de los demás dirigentes internacionales es la viva imagen de este concepto que les expongo.

A todo esto se une un Nuevo Orden Mundial (NOM), el cual relativizará todas las creencias y principios que hasta ahora nos han parecido sólidos y tradicionales.

Ese relativismo es el que nos llevará a plantearnos cuestiones tales como, “¿qué es más importante la vida de un animal (toros), que un ser humano (aborto)?”.

Nos llevará a plantearnos el coste de los mayores, los cuales son caros y poco productivos, siendo preferible dejarles abandonados a su suerte en las residencias frente a los jóvenes con más futuro.

Esto son realidades que estamos presenciando estos días. Este NOM nos llevará a un control exhaustivo sobre nuestras comunicaciones en aras de vendernos la seguridad necesaria.

Nos tratará de solucionar la vida a cambio de una paguita por quedarnos en nuestra casa. En definitiva, perder la libertad por un plato de lentejas.

Se servirán de todo tipo de argumentos y aparentemente muchos de ellos simples y aceptables, pero al final, ¿en manos de quién recaerán las decisiones sobre quien vive o muere?

Para no extenderme más en este breve artículo, volvamos al principio. Las palabras del gran pensador jesuita, Baltasar Gracián, sobre la grandeza del líder ante las actividades gubernamentales del día a día. El puesto no prestigia al líder, sino que es el líder quien prestigia al puesto...

Dr. Juan Solaeche-Jaureguizar y Bielsa

Rector Sociedad de Estudios Internacionales (S.E.I.)

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