Con el honor no se juega

Sería bueno y conveniente dejar de "ir de malos" por la vida. ¿Cómo? A título de ejemplo, esforzándonos por no poseer una lengua que no sea la humana. Me refiero a las "lenguas viperinas".

Decía un escritor: "Lástima que, como otros ofidios, las lenguas viperinas no posean un cascabel que anuncien o avisen de su peligro".

Podemos ser justos; siendo consecuentes con nosotros mismos al reconocernos imperfectos y sentirnos en la necesidad de corregir nuestros errores. Insisto, teniendo en mucho el dominio de la lengua, evitando falsedades en el decir.

No ejercitemos la "lengua viperina" porque está demostrado que es una manifestación clara de maldad y de falta de paz interior. Pues "de callar no te arrepentirás nunca: de hablar, muchas veces".

Es ésta una máxima certísima, tomada de un punto de Camino, que encierra una gran sabiduría práctica.

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Dialogar, educadamente, está muy bien, pero todos sabemos que al hablar en demasía, sin respeto a los demás, se degenera en el yerro, con todas las consecuencias que éste puede traer cuando se conversa con malignidad en perjuicio de alguien.

Aspiremos a ser "excelentes personas", porque todos tenemos algo de bueno. El problema no es la inexistencia de valores cívicos sino una falta de voluntad para ejercerlos.

Si hay algo que rectificar se rectifica, por aquello de: "Los sabios cambian de opinión los tontos nunca".

Evitemos atacar, injuriar, insultar o vejar a otras personas, pues los derechos al honor y la propia imagen, constituye uno de los aspectos más significativos de un sistema democrático.

Y, ojo, con el honor no se juega.