Internet y la democratización ¿del saber?

Es una herramienta que bien empleada entraña una ventaja sobre todas las generaciones precedentes

Internet y la democratización ¿del saber?
Internet y la democratización ¿del saber?.

La democratización de la enseñanza, que no supone sin más la del saber, es un logro relativamente reciente. Eludiré porcentajes de cuántos jóvenes llegaban al instituto y a la universidad en España hasta la década de los sesenta del siglo XX: me basta con apuntar el indefinido “pocos”. Sobre todo, claro, a la enseñanza superior.

El título del artículo interroga sobre si Internet ha supuesto y sigue suponiendo la democratización del saber en cualquier ámbito, sea en el citado mundo de las aulas, de la prensa, del trabajo... o en el caso de individuos con curiosidad de autodidactas. Veamos: la Informática o, en palabra de un profético Julián Marías, la Electrónica en su librito “Cara y cruz de la Electrónica” es un instrumento que facilita el acceso precisamente a la información Pone al alcance de muchísimas personas un caudal de datos que además no son inertes, embalsamados en el papel, sino que están en constante actualización.

Bien, pero los datos, en sí, no son saber, sino la base para llegar a él si se utilizan con inteligencia. “¡Datos, datos, datos!”, decía un espeso profesor de Historia compañero mío. Como doctor en esa materia detesto a los enseñantes e investigadores que me recuerdan a contables de empresa. Primero hay que seleccionar los datos, sin quedarse en meros estudios estadísticos faltos de hálito vital. Y resulta que hoy es facilísimo el acceso a todo tipo de información incluso sin moverse de casa. Pero ese magma, como digo, ha de ordenarse para después estar en condiciones de interpretarlo. Hablando con claridad: se impone separar trigo y paja antes de la molienda.

Si en la materia en la que poseo algo de criterio leo mamarrachadas en Internet, supongo que en otros campos del conocimiento pasará lo mismo. Aunque esto no es privativo de la red de redes: también en los libros de papel se pueden leer historietas que sus autores quieren hacer pasar por Historia, unas veces por desconocimiento y otras por prejuicios de variada índole. Así que, lo repito para fijar la idea, la labor del profesor sería la de enseñar al estudiante a seleccionar e interpretar los datos. Sin duda, preferible a las plúmbeas sesiones de aburridos e indolentes docentes para quienes impartir una clase es leer con monotonía unos apuntes que, al menos antes, se tomaban a mano.

Y, fuera del ámbito de la enseñanza reglada y no reglada, quienquiera que tenga despierto el apetito por el conocimiento puede intentar satisfacerlo, cómodamente desde su casa, si posee ordenador o teléfono móvil. Claro que en este caso habrá de transitar sin guía un camino que puede hacérsele trocha traicionera, tanto si se nutre de buscadores como de redes sociales.

Vaya, es el universo de la prensa uno de los más ahormados por Internet. La mayoría de los periodistas emplean los buscadores a manera de prótesis permanentes: estarían desorientados sin esas muletas y no sabrían qué escribir. No es una crítica destructiva. Al contrario, digo lo mismo que en lo referente a la enseñanza y a todo lo demás: es una herramienta que bien empleada entraña una ventaja sobre todas las generaciones precedentes.

En resumen, Internet contribuye a la democratización del saber o, al menos, de la mera información. Cerrarse en banda a las posibilidades que ofrece es igual de estúpido que ser súbdito de la red. Cada vez hay menos personas en el primer grupo y más en el segundo. La virtud, ya lo sabemos, en el medio: uso, no abuso.

 

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