Los jóvenes eligen Gran Hermano o funcionarios

Queremos emular a héroes televisivos del tipo Gran Hermano, que demuestran cómo individuos desconocidos pasan directamente del anonimato a la fama, es decir, al dinero fácil y abundante. Algo parecido a los funcionarios.

Uno de los logros que debemos a nuestro actual sistema educativo y al creativo entorno mediático, es el gran anhelo de los jóvenes por conseguir mucho a cambio de muy poco. Y en un tiempo récord. De la cultura del pelotazo económico, del cual fue máximo garante el ínclito ministro socialista de Economía, Carlos Solchaga ("España es el país del mundo en el que más rápidamente puede hacerse uno rico"), se ha pasado a la cultura del pelotazo social.

Consiste éste en emular a héroes televisivos del tipo Gran Hermano, que demuestran cómo individuos desconocidos pasan directamente del anonimato a la fama, es decir, al dinero fácil y abundante. Poco o nada queda del espíritu de superación con el que crecimos, aquél según el cual el éxito o fracaso dependía más de uno mismo que de "la sociedad", contando para ello con el recurso intransferible de nuestro tesón. Se ha confundido la igualdad de oportunidades con la igualdad de aprobados, de forma que los profesores pierden toda autoridad moral frente al alumno.

¿Para qué tomar medidas disciplinarias cuando el resultado va a ser el mismo? He aquí la enorme fábrica de mediocridad en que ha devenido nuestra escuela. No es extraño, pues, que un reciente estudio revelase la máxima ambición de nuestros jóvenes: llegar a ser funcionarios. Unas oposiciones, en el mejor de los casos, y dinero seguro de por vida. Podrán ahora elegir entre dos opciones: o Gran Hermano o la Administración. No creo que podamos mantener a esa masa ingente de empleados públicos.  

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