La Iglesia “no hace nada”

Basílica de San Pedro en la ciudad del Vaticano
Basílica de San Pedro en la ciudad del Vaticano (Foto: flickr)

Que la Iglesia Católica parece indestructible lo deja entrever la propia Historia: a pesar de todas las pandemias internas y externas que la han infectado, sigue en pié. No obstante, debo traer aquí unas palabras de San Josemaría Escrivá: “El mayor enemigo de la roca no es el pico o el hacha (...): es ese agua menuda, que se mete, gota a gota, entre las grietas de la peña, hasta arruinar su estructura”. Y es que ahora toda institución es golpeada por el martirio permanente de la opinión publica en Internet, redes sociales que algunos especialistas ya están calificando como peligro para la democracia. El propio Ministerio del Interior ya publica en su web recomendaciones informativas, tras haber interceptado más de 50 bulos y 1,5 millones de cuentas falsas desde que empezó la cuarentena.

La Roca de San Pedro también sufre de esta gota; uno de los mensajes que ya se mete por sus grietas es el de que “la Iglesia no hace nada” contra la pandemia, “salvo rezar”. A ello hay que sumar la comparativa de que “hacen falta más sanitarios y menos iglesias”, y por fin, que de todo el dinero del Vaticano debería ponerse más. De lo último, me remito a pensar que los más y los menos solo son equiparables con lo que se comparan. ¿Poner más que quién? ¿De qué manera? La salud requiere de salarios, material e infraestructura. ¿Dónde se ha de poner más exactamente?

El segundo mensaje es aún más inconsistente que el anterior: si en vez de “iglesias” escribiéramos “Iglesias”, también nos sobrarían políticos. O futbolistas, o fontaneros, o cualquier oficio que comparado con la heroica labor que de ordinario (no solo ahora) hacen los sanitarios, parezca nimia. Tal vez deberíamos dejar tranquilos a los transmisores del mensaje: la pandemia se llevará puestos de trabajo hasta dejarnos peor que en el 2008, si bien seguirán haciendo falta médicos. La reposición de sacerdotes, no obstante, seguirá a la baja.

Es pues el primer mensaje el que se me antoja más erosivo: se supone que los 700.000 euros que ha donado el Papa no son nada. De igual manera, que el Obispo de Jaén haya dado todo su salario a Cáritas y haya pedido otro tanto a sus sacerdotes, tampoco es nada. Sin embargo, los futbolistas del Athletic de Bilbao dieron la mitad de sus sueldos, bastantes más altos que los de un obispo, y hablamos de una religión que mueve muchos millones más de euros y personas que cualquiera. Y sin salir del territorio del Athletic, los prelados vascos han cedido los espacios de sus seminarios para los enfermos.

Por otra parte, junto con los sanatorios a pie de calle, Cáritas y la Cruz Roja ayudan diariamente a los infectados españoles, que según la base de datos Worldometers.info ascienden a 160.000 a inicios de Semana Santa. Y siguiendo con las cifras: El Vaticano es, hoy, el estado con mayor número de casos por cada millón de habitantes. Cualquier trono es  aquí mejor que la Cátedra de Pedro.

Volviendo a la Historia, la tradición recoge un diálogo del que fue representante del Vaticano, el Cardenal Consalvi, con Napoleón Bonaparte, quien le manifestó sus deseos de “destruir a la Iglesia” durante la invasión de los estados pontificios. “Imposible, Su Excelencia”, espetó el Consalvi, “ni nosotros mismos lo hemos conseguido”. Y es que la intención destructora de Napoleón buscaba el beneficio de extender un imperio, si bien no se entiende que algunos ciudadanos corrientes tengan un interés parejo en vender el Vaticano a trozos. Tal vez porque vivimos en un momento de tensión donde despotricar contra lo que disgusta es lo normal, y ahora con altavoces sociales al alcance de cualquiera, que provocan incluso malestar en quien contrasta lo que lee. Y es que todo lo que no sea esto último, en lo referente a la información, sobra. Más incluso que la Iglesia.

 

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