La tentación

Querido Santiago, 

Ahora que nos acabamos de conocer después de tanto tiempo de espera, quería dejarte por escrito algunas cosas que me gustaría en algún momento pudieras leer. Todavía no lo sabes, pero me gusta escribir, aunque ahora hace mucho tiempo que no lo hago. Me gusta porque es una forma que tengo de poner en orden mis ideas. Y también porque me parece que es uno de los pocos compromisos que ahora mismo puedo asumir para participar de lo común.  

Y precisamente sobre eso te quería hablar, sobre ese compromiso que quiero asumir escribiendo de vez en cuando. Como te decía, me gusta escribir, pero hacía mucho tiempo que no lo hacía. Mis obligaciones familiares y profesionales me consumen casi todo el día. Sin embargo, siempre hay algo en mi cabeza que me aguijonea y me pide estar alerta para no dejar de lado temas que van más allá de lo estrictamente profesional o familiar, aunque si te soy sincero no le hago caso tantas veces como quisiera. 

De hecho, hay veces que de tanto insistirme y no hacerlo, llego a desear no tener esas inquietudes que me autoimpongo. Imagino lo cómodo que sería ir solo de casa al trabajo y del trabajo a casa, sin más preocupaciones que las propias y las de mi familia, lo cual ya es bastante. Muchas veces siento la tentación de dejarme llevar por el día a día, por los quehaceres de casa y de mi trabajo. Honestamente me siento tentado de encerrarme en mi cápsula de vida, con mi familia, mis amigos y mi trabajo, despreocupándome de lo demás, vivir sin mirar alrededor. 

Sin embargo, luego lo pienso y en realidad no querría dejarlo por nada del mundo. Creo que es una bonita obligación que todos deberíamos abrazar. Mirar a nuestro alrededor, más allá de nuestro bonito “jardín”, y hacerlo con una mirada lo más humana posible. Sin endurecer nuestro corazón, ni perder nunca esa capacidad de sorpresa ante los problemas de los demás, incluso de aquellos anónimos a los que no tenemos forma de ponerles cara. 

Y es que Santiago, aunque a veces pueda parecer que esta actitud sea como mear contra el viento, y que tu capacidad de aportar sea cercana a cero, te animaría a que nunca dejes acallar ese “aguijón”. Esa punzada en tu conciencia te va a hacer más persona, te ayudará a echar cabos a tierra, a no endurecerte más de la cuenta. Y si me lo permites, te diré que te ayudará a tener una vida que merezca la pena ser vivida. 

Firmado, 

Tu ya para siempre admirador, Carlos.

 

Video del día

Salvador Illa admite que Koldo se presentó en el Ministerio "sin cita previa"
Comentarios
Envíanos tus noticias
Si conoces o tienes alguna pista en relación con una noticia, no dudes en hacérnosla llegar a través de cualquiera de las siguientes vías. Si así lo desea, tu identidad permanecerá en el anonimato