LGTBIQA+… y posverdad

Capítulo 6

Hyde Park.
Hyde Park.

A- ¿Cuántos se habrán creído el cuento de que la única verdad es lo que yo siento?

H- Pensarán que en la sensibilidad se agotan las facultades del ser humano, como si en lo que apetece se estableciese la frontera de la persona.  

A- Es de una mentalidad raquítica limitar a ese horizonte su capacidad de conocimiento. Y conocer es la base para descubrir la realidad tal como es, y para comprenderla.  Necesito descifrar quien soy verdaderamente, para tener la posibilidad de una vida plenamente feliz. Si nos creamos una visión distorsionada de las cosas respecto a como auténticamente son, lo que se nos presenta como real no será más que un espejismo. Por mucho que nos atraiga, nos cautive y nos complazca, nunca dejará de ser un engaño.  

Y en el engaño no hay amor. O, si se quiere, no hay amor con engaño. Solo se ama si se hace de verdad. Otra cosa no es amor, por mucho que se diga y se repita. 

H- Estoy de acuerdo. No puede haber amor humano, digno de tal nombre, si excluye alguna de las facultades de su ser. Quedarse solo con la de sentir, es renegar de su esencia, desentenderse de su realidad.  

A- Tampoco hay amor sin conocimiento. “¿Quién ama lo que ignora?” (San Agustín). 

H- Por otra parte, el mero hecho de sentir algo no supone que sea verdadero ni, mucho menos, bueno. Significa únicamente que lo siento.  

La persona, que no renuncia a sí misma, trata de discernir la verdad de lo que percibe por los sentidos. Si es bueno o malo para uno mismo y para los demás. No debiéramos olvidar que las apariencias engañan. 

A- Tampoco que yo sienta, otorga por sí sólo el derecho a poder hacer lo que siento. Depende. En ocasiones habrá que aplicar la palabra “maldita”: reprimir. Si, reprimirse de hacer lo que me apetece porque hace daño o me daña. Sobran ejemplos de la vida real en el que nos aplicamos restricciones sin necesidad de que nos amenace una sanción, por el mero hecho de que nos conviene. 

 

H- En efecto, exaltar ”lo que quiero” como criterio superior para regir nuestras decisiones, disociándolas de la verdad objetiva de las cosas y de la persona, de sus dimensiones biológica, psicológica y espiritual, provoca una distorsión deliberada de la realidad, típica de la posverdad.

A- Si, es una curiosa “lógica”, indiferente al beneficio o perjuicio que se sigue de sus conclusiones. Al final termina combatiendo cualquier freno que amenace el disfrute y la entrega a las apetencias propias, como las de tener, de dominio, de venganza, de placer, etc.  

Esta forma de conducirse vicia no solo nuestros hábitos sino, lo que es peor, nos hace irremediablemente más torpes para el razonamiento, reduciendo drásticamente nuestras posibilidades de cambio, cuando no se nos niegan directamente. 

H- Pues, con la mente embotada, mayor problema tendremos para distinguir entre tener una inclinación, un sentimiento, un deseo y consentir en ellos. Lo más probable es que acabemos entregándonos de lleno. Y nos autoconvenceremos de nuestro derecho a ejecutarlos. Es como la confirmación de lo expresado por el dramaturgo y filósofo francés Gabriel Marcel: “Quien no vive como piensa, termina pensando como vive”. 

A- Para mi hay otro aspecto trascendental, que debiera involucrarnos más en la tarea de desentrañar la verdad, que no siempre se muestra a primera vista.  

Es la relación directa entre verdad y libertad. Hasta el punto de que sin verdad es imposible ser libre. La ignorancia nos convierte en esclavos, y nos incapacita para el señorío de uno mismo. 

Ya no te perteneces. Pasas a depender de quien sabe. Te haces manipulable, y terminas realizando lo que decide quien te mangonea. Y, lo más gracioso, persuadido de que es lo que quieres. 

H- Este lío de la verdad trae cola. 

Hoy veo muy complicado llegar a un consenso sobre este asunto, cuando cada uno tiene la suya propia y, a menudo, son versiones que se contradicen unas a otras.  

En buena lógica, una proposición no puede ser verdadera y falsa a la vez. Luego, evidentemente, alguna es falsa. 

A- Si. A pesar de todo, la verdad existe y es alcanzable. Aunque no sin esfuerzo.  A veces la rehuimos, especialmente cuando nos escuece, porque la corrección enoja y duele. Pero no olvides que solo quien tu bien quiere, tu mal no esconde. El amor también llora.

H- Bien. Pero, después de todo, ¿qué es la verdad?…(1)

A- ¡Qué buena pregunta, cuando se formula sin desinteresarse de la respuesta!. Esta cuestión trascendental fue contestada con toda nitidez y firmeza hace ya más de dos mil años(2)

Pero hoy, como ayer, muchos prefieren cerrar sus oídos para no

1.- Juan 18,38 

2.- Juan 14, 1-6

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