El maestro está cansado

El gran escritor español Miguel Delibes afirma que ya no escribe porque no le quedan fuerzas para escribir. En concreto, avala esta afirmación con la siguiente, llena del sentido común que le otorgan sus más de 60 años como escritor y sus 87 años de edad: "A cierta edad, cuando la salud se mueve, es a peor".Con que sencillez y claridad habla este hombre. Tal y como escribe.

El gran escritor español Miguel Delibes afirma que ya no escribe porque no le quedan fuerzas para escribir. En concreto, avala esta afirmación con la siguiente, llena del sentido común que le otorgan sus más de 60 años como escritor y sus 87 años de edad: "A cierta edad, cuando la salud se mueve, es a peor".Con que sencillez y claridad habla este hombre. Tal y como escribe.

Recuerdo cuando en el colegio nos obligaban a leer a "los clásicos": El cantar del mío Cid, Cervantes, Calderón de la Barca, a la "generación del 27", Pío Baroja, Unamuno, Juan Ramón Jiménez y su burrito Platero,. De todos ellos, el único que releí varias veces fue El camino, de Miguel Delibes, que se enganchó tanto a mi alma como un pegote de brea marina al pie.

Incapaz de despegarme de su prosa, he seguido leyendo todas sus obras: La sombra del ciprés es alargada, La hoja roja, Las ratas, Viejas historias de Castilla la Vieja, Cinco horas con Mario, El príncipe destronado, La mortaja, Señora de rojo sobre fondo gris, Diario de un jubilado,.Y todavía me aguardan muchísimos títulos más de su prolífica y exquisita carrera.

Siempre me ha sorprendido que en ninguno de sus escritos he encontrado atisbo alguno de mediocridad: Ni sobra ni falta una sóla palabra. Su ritmo narrativo se apropia de los párrafos y la gramática que utiliza es perfecta, propia del gran académico que es, ostentando la letra "e" minúscula en la Real Academia de la Lengua, cátedra desde la que dio un magnífico y ecologista discurso, en su toma de posesión, titulado "El sentido del progreso desde mi obra".También es un hombre con una ternura envidiable, de esa que sólo tienen unos pocos privilegiados. Poco después de la muerte de su mujer Ángeles, a la que adoraba, la definió de la manera más bonita que he escuchado jamás: "La mejor mitad de mi mismo"

Y al final, sin proponérmelo, he conseguido que mis palabras suenen a epitafio. Y no quiero que quede así. Así que, desde aquí, maestro Delibes, quiero proponerle que, si usted quisiera, El Buen Salvaje se ofrecería gustoso a transcribir sus palabras, cuando los achaques de los que habla no le permitieran escribir. Sería un honor, sería un placer y sería uno de los mejores y más valiosos trabajos que cualquier ser humano pudiera realizar sobre la Tierra.

 

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