Manolo Mármol y su troupe, la mejor terapia anticrisis

Se trata de la antítesis de estos gobernantes que hacen la guerra en vez del humor

Sociedad.

El arte del guionista, actor y humorista gaditano Manolo Mármol consigue la mejor expresión y la más revitalizadora actitud de la gente: La risa, la sonrisa y la disposición positiva,  en un ciclo de vida social difícil de afrontar. Pero, cómo barco frente al temporal, el artista lucha, se debate y resiste a los envites más crueles que los telediarios 'disparan'. Sin duda, este comediador de la vida es la antítesis de las malvadas cabezas pensantes de gobernantes que hacen la guerra en vez del humor.

Cuál cirujano en el quirófano, el veterano 'contagiador del buen rollo', 33 años frente al público, recorriendo garitos, grandes escenarios y lujosos escaparates de la escena por todo el país, Manolo Mármol Frigolet, se dispuso una noche más a abrir la puerta de las emociones de par  en par. El gentío le esperaba expectante 'en el patio de butacas' de la plaza del pueblo de Sabinillas en Manilva - Costa del Sol (Málaga).

Salió solitario a la 'sala de operaciones', pero pronto sus personajes,  'La Pepi' , su amigo 'Adrián'  y 'El Viaje a Gibraltar' abarrotó el tablao. Un enorme escenario y un micrófono mal colocado, a dos palmos por encima de su cabeza, le sirvió para iniciar la terapia diciendo; '¡No ves!, el micrófono está para rematar un córner'. Es increíble cuándo observas lo que puede hacer una frase improvisada para romper la distancia entre el artista y su público. Le sirvió cómo la pimienta al pollo que está convaleciente, espabiló al respetable y preparó 
una hora y media de carcajadas cómo no se veía desde algunas pandemias atrás. Sí, ya hay que medir por fechas de virus, bacterias o microbios, conforme van apareciendo, (una pena). 

Manolo Mármol fue uno de los principales pilares para el éxito del programa de Antena-3 'Genio y Figura', presentado por Pepe Carroll, más tarde conducido por Bertín Osborne. Este programa hizo también populares a Chiquito de la Calzada o Paz Padilla. Además, Manolo Mármol, se ha codeado con otros ilustres del humor: cómo Gila, Juanito Navarro, Paco Gandia o  Francisco Arévalo. 

Desde tiempos inmemorial se oye decir que es más difícil hacer reír que provocar el llanto. Cómo decía Charlie Chaplin, hacer llorar lo hace una cebolla. Y más con la que está cayendo. El ser humano es así porqué no somos racionales, sino emocionales. Funcionamos dependiendo la información que recoge y procesa la psiquis y, precisamente, esta 'materia prima' nos la sirven cruda, poco condimentada e insabora. Manolo Mármol es la mejor farmacia para despertar de estos malditos sueños que la sociedad vive, unos provocados y otros de caracteres naturales. Desde el volcán de La Palma, las catástrofes en los montes, pasando por las crisis de salud, política y social. 

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Desde hace décadas, en psiquiatría, psicología e hipnología se trabaja la importancia del equilibrio emocional para conseguir que el estado de ánimo no deprima el sistema inmunológico, el gran ejército de defensa del ser humano para su máximo desarrollo y capacidad. Un baluarte preventivo que batalla constantemente para vencer enfermedades y ser el protagonista innato más directo para la supervivencia del día a día. 

En estos tiempos que nos toca vivir da la sensación que el humor no tiene cabida en nuestras vidas. No es fácil ver a la gente llorar de la risa. Manolo Mármol consigue la proeza. Un artista que ha logrado la serenidad y paciencia en el escenario, que va de menos a más, tirando del público hasta conseguir el clima de conexión espectacular que se transforma en vítores y aplausos.

Los tristes avatares en el mundo nos arrastran al semblante cariacontecido, lánguido y poco expresivo. Sin embargo, es precisamente ahora, más que nunca, cuándo la sociedad necesita tirar de terapia, del bisturí del humor y provocar la risa de oreja a oreja, propuesto por Manolo Mármol y su troupe de personajes, para olvidar otros insurrectos de despachos suntuosos y discursos de 'moscas cojoneras', que provocan lágrimas tal cuál la cebolla que debió quedarse en cebollino.