Memoria Histórica pandémica

Hace poco menos de un siglo mi bisabuelo paterno el Doctor Don Guillermo Rocafort Gasulla, médico del Servicio Colonial Español, era destinado en misión oficial en la Guinea Española por el Gobierno del General Don Miguel Primo de Rivera, como Director del Hospital de Bata, con el objeto de luchar contra la enfermedad del sueño (“tripanosomiasis africana”).

Aquella posesión española en el corazón africano estaba azotada por múltiples pandemias que diezmaban la población y lesionaban seriamente su viabilidad económica y social.

Allí fue mi Bisabuelo, con toda su ilusión y su voluntad, a contribuir a poner remedio en aquel caos, y sus medidas higiénicas y sanitarias fueron tan eficaces, que incluso se han estado aplicando en fechas recientes. Mi antepasado fue allí por Amor a España, a Guinea Ecuatorial, a la Humanidad y a la Medicina, por puro patriotismo, dejando atrás familia y comodidades mil, y fue su prestigio tal que formó parte de la Comisión Internacional de Higiene representando a España en la Sociedad de Naciones (la ONU del periodo de entreguerras) e impartiendo infinidad de conferencias tanto en otras Naciones africanas como europeas sobre las enfermedades pandémicas.

Es cierto que entonces había una coordinación pandémica internacional, probablemente más que ahora; quizá porque entonces los políticos estaban más preocupados por solucionar los problemas sanitarios que en contentar a la opinión pública. Es evidente que en este sentido hemos perdido versatilidad y eficacia ante esta Pandemia del Coronavirus, donde los políticos se han centrado en la imagen y en la propaganda, dejando atrás las cuestiones sanitarias verdaderamente relevantes.

En esta Pandemia que sufrimos ahora su segunda ola hemos sido conscientes del verdadero caos en su gestión política. El sistema sanitario español se ha visto desbordado y hasta destrozado por la inacción e inoperancia del poder político. 

Hemos carecido de tests, de trajes EPI, de materiales e incluso de un Plan Nacional. La imprevisión ha sido total y hasta un determinado sector de la población, el que habita en las residencias de ancianos, ha sido abandonado a su suerte con el fatal resultado de decenas de miles de muertos entre la población de avanzada edad. 

La falta de control ha sido casi absoluta, así como la imprevisión de los gestores de la misma que ha llegado a alcanzar lo grotesco en las figuras del Ministro de Sanidad, Don Salvador Illa, y de Don Fernando Simón, Director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias.

Hoy se niega la existencia de más de veinte mil muertos en España porque la dirección política utiliza un medio de cómputo de fallecidos por Coronavirus que no se ajusta a la realidad. Es evidente que excedemos la cifra de más de cincuenta mil muertos y que nos hemos posicionado por nuestra ineptitud en el peor ranking del Mundo a estos efectos. Pero es que las autoridades políticas son incapaces de imponer sus medidas, especialmente entre los sectores más jóvenes de la Sociedad Española.

Hasta un grupo de reputados epidemiólogos ha solicitado una Auditoría Externa que analice y valore en profundidad la gestión del Coronavirus hasta el momento por parte de las autoridades españolas. Y es que nadie serio se fía de los datos oficiales.

 

España nunca había sido como hasta ahora. Bajo el Reinado de Alfonso XIII y su Gobierno de Primo de Rivera, nuestra Nación afrontó ese reto en la España Africana, actuación que mereció el reconocimiento y la admiración internacionales. 

Y qué decir de la operación Balmis, que fue capaz de llevar a la España de Ultramar la vacuna contra la viruela a primeros del siglo XIX.

Es por ello que precisamos instar una Memoria Histórica Pandémica, para poder analizar más y mejor nuestro pasado a este respecto y poder valorar el despropósito actual, de cara a tener una memoria pandémica en el futuro que nos permita solventar situaciones como la actual de la debida manera.

Tenemos que hacer justicia con las Víctimas, especialmente hacia aquellas a las que se niega su existencia, y hacia sus Familias, así como debemos hacer una valoración histórica hacia los responsables políticos de este caos que alcanzará el rango del verdadero Desastre Nacional del III Milenio en España.

 

Guillermo Rocafort

Historiador e Investigador en Humanidades

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