Millán-Astray: justicia histórica en la calle

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La tormenta se veía venir, se cernía sobre la capital del Reino con la ejecución de la sentencia judicial del Tribunal Superior de Justicia de Madrid del pasado mes de mayo que devolvía al ilustre general Millán-Astray al callejero del distrito de Latina. A su vez, esta acción no hacía más que ratificar la del Juzgado Número 7 de lo Contencioso-Administrativo del 31 de mayo de 2018.  

Por lo general, se tiene muy mala memoria para lo que se quiere y de conocimientos no andamos muy allá; pocos o nulos. Los practicantes de la "todología", por lo visto y leído en las últimas horas, no están exentos de hacer el ridículo en lides históricas y/o judiciales cuando aparecen en la pantalla o lanzan sus tuits cargados de veneno e ignorancia. Ésta es atrevida, aunque se prodigue en un mes de agosto para no muchos sobresaltos salvo esos flecos pendientes para cumplir con la Justicia y sus sentencias, aunque sea con retraso y sin la "valentía" suficiente demostrada por el anterior equipo de gobierno municipal cuando el procedimiento judicial estaba en curso y a la espera de aquel rotundo resultado.

Hoy, tocaba un ejercicio práctico de justicia histórica en defensa de la verdad; una deuda social con ese barrio que, como el de "Las Latas" junto a Puente de Vallecas, el insigne militar había llevado en su corazón; hoy, se escribía la estrofa final que pone el colofón a los versos de un descafeinado centenario de la Legión.

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Ha llovido (y nevado, "filoménicamente" hablando) en este arduo y largo proceso judicial. Y, sin duda, no hemos sido ajenos a los enfrentamientos sociales e históricos provocados por la "caprichosa" y "conciliadora" Ley de Memoria Histórica, esa que ahora porta otro disfraz, el de Democrática, tras el efecto bumerán que se ha tornado contra sus creadores y gestores. La mentira y la manipulación suelen causar este tipo de estragos.

Hoy, 24 de agosto de 2021, el nombre del general Millán-Astray recobra su dignidad, aquel pretérito tributo de hace casi un siglo tras el otorgamiento de una calle en Madrid por motivos que, al parecer, no alcanzan las obtusas mentes de algunos haters profesionales en medios y redes sociales. Su falta de conocimiento, academicismo y rigor histórico suele brillar por su ausencia cuando, supuestamente, esgrimen vanas y vacuas razones en platós televisivos de su palo, de ese que aplica una manera muy sui géneris a la hora de interpretar leyes, sentencias o compromisos con sus "selectos" invitados. Para otros, los que no les doran la píldora, les basta el amago. Llaman, invitan y censuran. Cuatro, sin ir más lejos, actuó así a propósito de uno de sus infumables programas con una "redimida" Rita Maestre como estrella, torso cubierto incluido, de acuerdo a los cánones y la zona de confort en la que ahora se desenvuelve. Eso sí, ¡que le quiten lo "bailao" o "enseñao"!

Pero por mucho que a alguno le pueda sorprender, la calle del General Millán-Astray de Madrid no tiene su origen en los años posteriores a la cruenta y fratricida Guerra Civil Española. Ni siquiera fue resultado del merecido premio para la posteridad que, bajo cualquier tipo de presión o insinuación al ayuntamiento madrileño, las autoridades municipales o nacionales podrían haber otorgado al fundador de la Legión por una serie de circunstancias acaecidas a lo largo de su impecable trayectoria militar.

Según el "Nomenclátor Toponímico" de Luis Miguel Aparisi ─del que el fulminado comisionado de la sectaria Ley de Memoria Histórica tuvo un ejemplar en su lugar de reuniones en la Plaza de la Villa─, la verdadera cronología de la calle nos traslada a la página 489 de la citada "biblia" del callejero madrileño para salir de dudas y, de esta forma, haber evitado el ridículo en la vista judicial de alguno de sus "expertos", además de los lógicos e injustos inconvenientes de todo tipo originados a gran parte de los vecinos y comerciantes que, en un 90%, abogaban por mantener el nombre de su calle ante la nula credibilidad de las razones argumentadas por el "sanedrín de sabios" después de la demoledora y ejemplar sentencia de mayo de 2018. Como afirmaba alguno de los sanedritas a modo de epitafio, "tenemos la sensación de haber sido utilizados". Andrés Trapiello dixit.

En la página 490 del libro arriba reseñado, se nos indica que fue el 30 de junio de 1969 cuando la calle del General Millán-Astray sustituyó a la Avenida de Cuatro Vientos en lo que, actualmente, es su ubicación actual en el Barrio de Latina tras la absorción de la antigua Plaza del General Millán-Astray, sita en el Barrio de Carabanchel Bajo y citada en la Guía Oficial de ese emplazamiento desde el año 1927, casi una década antes del inicio de la guerra. Puede, incluso, que haya una errata porque esa referencia anual podría ser anterior (1924) si nos atenemos a las actas municipales de entonces, a los artículos publicados en prensa años atrás y al documento probatorio avalado por la directora del Archivo de la Villa de Madrid. 

 

Por otra parte, en el "Nomenclátor Toponímico", también se indican las razones por las que, a mediados de la década de 1920, Madrid otorgó esa calle al General Millán-Astray: "…En 1896, con tan sólo 17 años, intervino como alférez en la Guerra de Filipinas. Fundador del Tercio de La Legión, que mandó siendo Teniente Coronel. Cuatro heridas en combate; en la tercera perdería un brazo, y en la cuarta un ojo. Gravemente mutilado fue hasta su muerte jefe del Cuerpo de Mutilados de Guerra". 

Por lo tanto, las pruebas que desdicen aquella sospechosa versión del comisionado en lo referente a que la calle fue otorgada por su participación en la Guerra Civil están a años luz de los argumentos expuestos por el anterior consistorio y sus lacayos con mucha antelación respecto al marco cronológico de la LMH; circunscrito al alzamiento, guerra y represión, como se sostiene en el contenido de la sentencia.

Además, si echamos un vistazo a periódicos de esos años, en la página 19 del ABC del miércoles 11 de febrero de 1925, fecha anterior incluso a la referida en el libro de Aparisi, se nos habla de la "Inauguración del Barrio de La Legión", sito en la carretera de Carabanchel junto a los terrenos de los Mataderos, "donde el entonces Coronel Millán-Astray acudió para inaugurar unas casas de un piso y un vasto edificio que hacía las veces de escuela". Destaca la noticia la presencia de oficiales legionarios y la adquisición de los terrenos a pagar en ventajosos plazos de cinco años. 

De igual forma, esta noticia también fue recogida con el mismo titular el martes 10 de febrero de 1925 en el periódico La Época; en La Voz bajo el titular "En Carabanchel Bajo" y en El Siglo Futuro con el título "El Barrio de La Legión". En este último, de hecho, se mencionan a aquellas personas que hicieron uso de la palabra ─los señores Usera, Lemaur, Fuentes y el propio Millán-Astray─ clamando por la "prosperidad y engrandecimiento del barrio de La Legión" y de las 450 casas y 1.500 habitantes que lo componían.

Posteriormente, un par de años más tarde, el ABC del sábado 9 de julio de 1927 se hizo eco en "El General Millán-Astray y el Barrio de La Legión" de la suscripción popular llevada a cabo por los vecinos del barrio "para demostrar sus simpatías al heroico militar y ofrendarle la faja representativa del grado (General) al que tan merecidamente había sido ascendido". Esos donativos fueron recogidos en la escuela nacional y en los establecimientos de D. Donoso Ortega, sito en la Plaza del General Millán-Astray, y en el de D. Nicolás Mardomingo, en la calle de José María Rey, 23.

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En consecuencia, la hemeroteca y aquel libro de cabecera del comisionado son pruebas evidentes de la vinculación del general Millán-Astray con el barrio de Carabanchel, con el actual de Latina, del año del otorgamiento de la calle, de su emplazamiento y de las simpatías que, desde sus inicios, le mostraron los primeros vecinos en aquella década de 1920

Cualquier otro motivo aducido por los amigos del insulto fácil y la chapuza académica, como desgraciadamente los hubo, no fue más que una cortina de humo para cubrir el sesgo ideológico vertido contra la egregia figura del héroe de Filipinas y Marruecos, el enésimo ataque por la espalda a la dignidad del fundador de la Legión y, desde un punto de vista técnico, la carencia de rigor académico entre miembros que, en algún caso, ostentaban una cátedra universitaria. 

El infumable bodrio de aquel equipo de "expertos" con esta calle, como con algunas otras, sólo sirvió para evidenciar el uso de la mentira y la falsedad histórica en un sectario intento de adaptar hechos y actuaciones al artículo 15 de la Ley 52/2007 de 26 de diciembre y su marco cronológico para, de manera sibilina y caprichosa, eliminar parte de la historia de este barrio y de la ciudad de Madrid al mismo tiempo que la infamia y la indignidad cubrían las gestas del héroe.

Al final, verdad y justicia prevalecen ante impropias actitudes de acoso y derribo contra esos héroes y gestas que, en la actual España, echamos de menos a pesar de sucedáneos caricaturescos que llevan trajes que les quedan grandes, toman decisiones con la ineficacia e improvisación por bandera y realizan papeles como protagonistas cuando son meros actores secundarios sin, en la mayoría de los casos, preparación, formación, sentido común y sentimiento de Estado.

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