‘Los millonarios’ que aúpan al Gobierno a hombros y están al quite

¡Hay gente pa' tó! 

Los ilustres madrileños Ortega y Rafael 'El Gallo' hicieron historia.

La célebre frase fue espontánea, en cambio no pudo ser más cierta: 'Hay gente pa' tó'. Toda una sentencia de vida. Aquel personaje 'con pintas de estudiao' llamó la atención a Rafael 'El Gallo'. El torero preguntó que quién era, le dijeron que se trataba de José Ortega y Gasset, escritor y filósofo, a lo que el maestro (del toro) exclamó aquella máxima, refiriéndose a que siempre hay un tiesto para una maceta, o todos tenemos nuestro público. Sentó cátedra, creó su propia filosofía y quedó para los anales de la Historia. Por ello, ante la solemnidad de la frase, permítame que me sirva de la jerga taurina para comprender, o explicarme, sobre las faenas de estos politólogos que nos gobiernan. 

Todo ello es muy aplicable a muchos de nuestros representantes obreros españoles. Improvisan sin preparación alguna, dibujan un panorama sin experiencias, dominan el ruedo sin haber dado un palo al agua y se protegen así mismos cómo si la cornada les doliera a tod@s. Por ejemplo, aquí dimitir, o cortarse la 'coleta', para ellos no existe, se equivoquen las ocasiones que sean necesarias, gestionen mal o ni lo hagan, gasten a destajo o inviertan sin sentidos, sean culpables, inocentes 'con cargos' o hagan desaparecer la recaudación de la taquilla. Se trata de calentar lo máximo posible la poltrona de la olla grande.

A veces, preguntamos; pero bueno, ¿Este quién es?, son figuras que, en ocasiones, no aciertan jamás ni en el descabello ni se les conocen en el cartel, pasan desapercibidos. No tienen arte torero ni se le supone, aunque son de 'la casta'. Si es excepcional, y encuentra paralelismo, el manejo de la capa, el 'engaño' del capote y el estocazo con la espada al respetable a la yugular de las sensibilidades y bolsillos. Aprenden pronto a sablear y a reducir las ilusiones y el ímpetu del ciudadano que pasa con ticket. Lidian por la izquierda y por la derecha. Se descamisan, así que no lucen. Lo incomprensible es que siempre hay quién entra al trapo y toma el engaño.

Una amplia cuadrilla de subalternos (y subalternas). Veintidós ministerios y cuatro vicepresidencias, detrás del maestro de ceremonias. Un primer espada de la parranda que ya el respetable le ha sacado pañuelos, pitos y flautas y, además, suena el tercer aviso. Crisis de emociones, ruptura de proyectos y desánimo en el tendido. Una barbaridad de faena, y lo peor es el desastroso paseillo en cualquiera de los tercios, en el Congreso, Senado o mediático. Claro, en sus altavoces afines y con 'los millonarios', que lo aúpan a hombros y están prestos al 'quite'.

Recordar que, los llamados 'millonarios' en términos toreros, se les conocía popularmente a los que buscaban la entrada gratis a la plaza. A cambio eran los encargados de arrimar el hombro para alzar al torero, darles la vuelta al ruedo y salir por la puerta grande 'maestro' a cuestas.

Es un perjurio que la esencia política no cuente con una clara normativa de decencia y preceptiva ley de transparencia, no opaca ni con posibilidades de saltárselas por el burladero. El toreo sí destaca un orden de actuación. Una trilogía que se sustenta en 'parar', 'templar' y 'mandar'. Los toreros dicen que 'es el arte de la verdad',  y una actitud frente a la vida y la muerte. Desde Francisco Arjona 'Cúchares' hasta el último maletilla la afición les embarga. Los figuras de la política, la mayoría no tienen actitud, dicen la verdad que creen piensa la gente, y tras la vuelta al ruedo hacen lo que les interesan personalmente o con sentido sectario y sin mirar al tendido. 

Ser sincero es sentir y decir la verdad, sin falsedad ni hipocresía. La conformidad de lo que se piensa con lo que se dice. Pero, existen distintas verdades y muchas mentiras. Quizá las ciertas se puedan aglutinar en tres. Tú verdad, mi verdad y la verdad. Sin duda, esta última debe ceñirse estrictamente a los hechos, acontecimientos o sucesos demostrables. Ahora bien, ¿Es verdad si el sujeto es mentiroso convulsivo y se convence de sus propias mentiras?. La respuesta es probable que la defina Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. En un mano a mano y de abrazos en abrazos.

Para terminar continúo con otra pregunta ancestral; ¿Toros sí, o toros no?. Nunca estuvo claro, hay división de opiniones y sigue la interrogante. Pero no se preocupe, con tauromaquia o sin ella, en todo caso el respetable será toreado, acudirá a la corrida, si la autoridad lo permite y el tiempo no lo impide. Que Dios reparta suerte, aunque las orejas y rabos nunca se las den al sacrificado aficionado al sol abrasador. Eso sí, le queda la posibilidad de protesta, hacer volver el toro a los chiqueros por inválido, con poco brío y escaso interés en la embestida. Es el momento la Soberanía (el pueblo) cojan el toro por los cuernos, y qué tod@s bailemos un pasodoble de vez en cuando. Ya es hora. ¡Va por ello!. 

 

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