Misas en verano

La Catedral de la Almudena en Madrid.
Mientras las iglesias de las ciudades de interior se ven casi vacías en periodo estival, las de los pueblos se llenan. Como el aforo permitido ahora, dificulta las aglomeraciones, hay párrocos que multiplican las misas en julio y agosto. En la víspera de la fiesta de la Asunción de la Virgen, este hecho llamó la atención en un pueblecito de la costa mediterránea. Al salir de la primera misa de la tarde, una cola inmensa de fieles esperaba desde la puerta del templo, ubicado en un extremo de la gran plaza, hasta el fondo de la misma para entrar en la iglesia. Grupos de familiares, de amigos y otros componían la gran cola. A unas señoras que salían de misa con el aforo completo, les oí comentar: “Asombroso. Otras veces no se había visto este espectáculo”. Sí, en España, a los cristianos no los detienen ni vacaciones, ni pandemias, ni playas ni montañas ni ríos ni llanuras. La anulación temporal del mandamiento de la misa dominical, permite ver que es la Fe y la devoción lo que mueve la asistencia al culto divino. Evoco estas palabras de San Pablo, “¿Quién nos separará del amor de Cristo? Ni la muerte, ni la vida…, ni lo presente, ni lo por venir, ni las potestades, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios” (Romanos, 8). Nada detiene al verdadero creyente, puestos sus ojos en “Jesucristo, el soberano de los reyes de la tierra, el que nos ama” (Apocalipsis 1, 5).

 

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