Un musulmán moderado debe rechazar el «yihadismo»: la idea de que el islam debe ser impuesto a toda la humanidad de forma violenta

Adorno sobre la cúpula de una mezquita
Adorno sobre la cúpula de una mezquita

Cuando muchos españoles aún guardan en la memoria, y en la retina, las imágenes de los atentados de terroristas musulmanes cometidos en Barcelona y Cambrils en el verano de 2017; cuando se cumplen cuatro años de la tragedia que golpeó a los catalanes, empezaron a llegarnos noticias de la toma de Kabul, la capital de Afganistán por parte de los talibán, yijadistas tal como los que acabaron con la vida de nuestros compatriotas hace cuatro años…

Y, casualmente, también, nos llegan noticias de que una asociación financiada con nuestros impuestos, de nombre “Musulmanes Contra la Islamofobia”, subvencionada por la Diputación de Barcelona, está de “celebración”, regocijándose por el triunfo en Afganistán de los que se hacen llamar «estudiantes de teología», o sea los TALIBÁN, en lengua pastún.

El fundador de esta asociación se hace llamar Ibrahim Miquel Àngel Pérez Ramírez, converso del ateísmo izquierdista al Islam, a través de lecturas del esoterista islamizado René Guénon, sindicalista liberado de UGT, funcionario de la Generalidad de Cataluña, responsable de auditoría y control financiero de las subvenciones de la política agraria de la UE, y candidato de «En comú podem» (Podemos) en Barcelona. El tal Ibrahim fundó el chiringuito, para captar subvenciones, con su mujer, marroquí, en el año 2015, y ambos se consideran predestinados a hacer a los musulmanes «sentirse orgullosos de ser barceloneses y catalanes sin miedo». El individuo afirma que, ve al Islam como «un sometimiento al principio metafísico que lo ha creado»…

Cuando los talibanes tomaron Kabul el lunes, 16 de agosto, en Musulmanes contra la Islamofobia lo celebraron de este modo:

“Celebramos que un pueblo soberano se haya liberado de una situacion postcolonial de opresión. Que se sepa, los talibán se han hecho con el gobierno sin pegar un tiro…”

¿Sorprendente?

Un activista de extrema izquierda, un estalinista, miembro del partido de Pablo Iglesias, converso al islam y presidente de una «oenegé contra la islamofobia”, generosamente subvencionada, celebrando de manera entusiasta el triunfo talibán.

Se van entendiendo las cosas… y el futuro de Catalunya, y la que se nos viene encima, tanto en Europa, como en el resto del mundo judeocristiano.

Inevitablemente, en momentos como los actuales uno acaba haciendo, casi de forma inevitable las siguientes preguntas:

 

Pero… ¿De veras existen musulmanes moderados? ¿Hay una relación de causa y efecto entre religión y el uso de la fuerza?

Sin duda alguna, SÍ existe relación entre ambas.

Tercera pregunta obligada: ¿hay diferencias especialmente importantes entre el Cristianismo y el Islam? Sí, pero esa diferencia radica en la distinción que existe, no entre la Biblia (Antiguo y Nuevo Testamento) y el Corán, sino entre los cristianos y los musulmanes actuales.

Aunque es importante, también, destacar que los primitivos cristianos, que se sepa, hasta que el Emperador Romano decide convertir el Cristianismo en la religión oficial del Imperio –siglo tercero después del nacimiento de Jesucristo- nunca hicieron proselitismo mediante ninguna clase de fuerza, coacción o violencia.

“La libertad es un estado de autonomía personal, en el cual las decisiones sobre qué ideas aceptar y qué acciones realizar son tomadas por cada individuo, sin coacción externa”

Durante la Edad Media en Europa, cuando la autoridad de la Iglesia era prácticamente incuestionable, quienes de hecho la cuestionaban eran condenados a muerte. La Iglesia no reconocía ninguna libertad de pensamiento; no reconocía el concepto de libertad como tal. La libertad es un estado de autonomía personal, en el cual las decisiones sobre qué ideas aceptar y qué acciones tomar son tomadas por cada individuo, sin coacción externa, lo cual implica que cada persona tiene derecho a poseer vida propia y a buscar su propia felicidad. Todo ello durante muchos siglos fue reprobado, condenado por parte de la Iglesia, que afirmaba que las personas carecen de autonomía: que no poseen el derecho a arrogarse la decisión de cómo vivir su vida, y que los individuos solamente existen para servir y hacer la voluntad de Dios, pues Él tiene pleno dominio sobre la vida del común de los mortales. Fueron muchos los que durante siglos se escudaron en la Biblia para justificar el asesinato de los disidentes y de los herejes de toda clase, y la Iglesia hizo uso de herramientas como las Cruzadas y la Inquisición para librar una guerra santa cristiana contra los infieles.

Ni que decir tiene que, sin ánimo de justificar ninguna clase de perversidad, es necesario destacar que todo ello pertenece a otros tiempos y a otras mentalidades, que en nada tienen que ver con los cristianos actuales y, por supuesto, no tiene ningún sentido ver el pasado remoto con gafas y mentalidad de hombres y mujeres del siglo XXI, y menos aún intentar remediar lo irremediable, pues, que yo sepa todavía nadie ha inventado una máquina del tiempo que permita regresar al pasado.

Debido a que el vocablo libertad esencialmente significa libertad de pensamiento, de atreverse a pensar por sí mismo, sacudirse la tutela de otros, elegir, mover la voluntad y hacerse responsable de los resultados de sus actos; la gente pierde su libertad siempre que la religión adquiere poder político. La religión exige la rendición del intelecto. Ordena a sus fieles que subordinen la razón a la fe, y que se sometan a una autoridad que está por encima de su mente independiente. Ordena que sus seguidores actúen, no basándose en lo que comprenden, sino en lo que otros dicen que deben creer. En vez de libertad de pensamiento, sólo existe el deber de obedecer y servir a Dios (o mejor dicho, lo que la élite, la jerarquía religiosa afirma que es “voluntad de Dios”). Y lógicamente, un siervo que tiene la osadía de desafiar las órdenes de su dueño debe ser obligado a someterse. Es por ello que las personas consideradas herejes fueron quemadas en la hoguera para mayor gloria de Dios, un acto, al fin y al cabo semejante equivalente a los atentados contra “infieles” al grito de “Allahu akbar”, Alá es el más grande…

Transcurrido el tiempo, en Europa Occidental se produjeron unos acontecimientos que más tarde fueron nombrados como Renacimiento e Ilustración, que dieron como resultado que la autoridad de la Iglesia fuera disminuyendo enormemente. La razón se fue imponiendo a dogmas de otros tiempos, carentes de sentido, y estos acontecimientos fueron influyendo en todas las instituciones de Occidente, incluidas las prácticas religiosas. Y por consiguiente, la disidencia religiosa empezó a ser tolerada. La terrible costumbre de matar a los herejes– y a las brujas, a los homosexuales y a quienes no respetaran las fiestas de guardar– dejaron de ser tomados en serio. Con el tiempo, la libertad política fue arraigando… y la Iglesia quedó separada del estado.

“El mundo islámico no ha experimentado ninguna ilustración. El islam sigue aferrándose a sus dogmas de la misma manera que lo hacía siglos atrás”

Frente a lo ocurrido en la Civilización Judeocristiana, a lo largo del tiempo, el mundo islámico no ha experimentado ninguna Ilustración. El Islam sigue aferrándose a sus dogmas de la misma manera que lo hacía siglos atrás.

Ésta es la principal diferencia, la más importante sin duda, entre los musulmanes y los cristianos. Los seguidores de Mahoma toman el Corán al pie de la letra, se lo toman muy en serio, muchísimo más que quienes se hacen llamar cristianos. En el mundo “cristiano”, hasta los sacerdotes mantienen respeto por la razón en mayor o menor grado; y por lo general, entienden que la religión debe ser un asunto privado, no político.

Ningún cristiano en su sano juicio pretende implantar alguna forma de “estado teocrático”, ningún cristiano aspira a que la Biblia se convierta en la Constitución oficial de su país; por el contrario, los musulmanes sí pretenden tales cosas, tal es así que son muchos los lugares del mundo en los que el Corán y la Sharia son “la única constitución y las únicas leyes”.

¿Y qué ocurre con los denominados musulmanes moderados? No se puede negar que existen. Pero antes de nada, es imprescindible definir qué significa tal expresión. No basta con decir que son “moderados” los musulmanes que se abstienen de decapitar a infieles.

En la actualidad, solo hay una manera de saber si un musulmán es “moderado”: es alguien que reconoce rotundamente, sin “peros”, el derecho a repudiar el Islam, el derecho a apostatar y abandonar la religión de sus padres.

Y como resultado lógico, un musulmán “moderado” es el que, en momentos como los actuales, en los que fundamentalistas islámicos han retornado al poder en Afagnistán, repudian sin rodeos a los talibán, y también a los malvados que dicen ser simpatizantes, o quienes como los autodenominados «musulmanes contra la islamofobia», los aplauden de manera entusiasta…

En definitiva, los musulmanes moderados serían los que rechazan el «yihadismo»: la idea de que el islam debe ser impuesto a toda la humanidad de forma violenta.

Pero en el mundo musulmán gente así son la excepción. Basta con echarles un vistazo a los gobiernos de las naciones musulmanas. En Egipto, Kuwait, Pakistán, Argelia, Afganistán, Arabia Saudita, Irán,… los blasfemos son ejecutados, y algunos países musulmanes imponen penas de prisión. En Arabia Saudita, la ley define como terroristas a todos los ateos, y a cualquier persona “que ponga en tela de juicio los fundamentos de la religión islámica en la que se basa este país”. ¿Qué son las políticas de esos lugares, sino yihadismo legalizado, la imposición del Islam por la fuerza a víctimas indefensas, amparándose en la ley?

Por desgracia, pese a que los talibán hayan prometido que no van a degollar a nadie, y menos perseguir a los disidentes, o privar de sus derechos a las mujeres, ya están demostrando que tienen intención de ninguna clase de cumplir su palabra, y, que, pese a todos los intentos como los del gobierno de Pedro Sánchez y todos o casi todos los medios de información generosamente subvencionados y políticamente correctos, de blanquearlos y endulzarlos; los talibán no tienen nada de «musulmanes moderados»…

Y estas políticas tienen un fuerte apoyo popular:

En la famosa encuesta de Pew realizada en el año 2013, una abrumadora mayoría de quienes viven en países musulmanes afirmaba sin ruborizarse que, su única ley debería ser la islámica, la ‘sharia’, la inmensa mayoría también opinaba que debería de ser la ley en todo el planeta, ya que así lo estableció Dios. La encuesta realizada por el Centro Pew de Investigaciones en 39 países reflejaba el fuerte compromiso de los creyentes con su religión, la segunda mayor del mundo, tanto que quieren seguirla no sólo en su vida personal, sino hacerla extensiva a la sociedad o la política.

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En los países “civilizados” se ven en ocasiones protestas en nombre del Islam, contra los críticos del Islam, contra lo que algunos denominan “islamofobia”. ¿Dónde están las protestas en nombre del Islam, contra los asesinos, contra los terroristas musulmanes que asesinan en nombre del Islam a quienes osan criticar el Islam? ¿Cuándo veremos a musulmanes manifestándose contra el maltrato, la marginación, la privación de derechos y libertades que sufren los homosexuales y las mujeres en los países de mayoría mahometana?

Los líderes religiosos del Islam alegremente lanzan fatwas contra los que se burlan de Mahoma, o hacen chistes sobre la religión islámica. ¿Dónde están las fatwas contra las personas que secuestran a niños en edad escolar, bombardean sinagogas, esclavizan sexualmente a niñas, decapitan a periodistas, y de una forma u otra no practican su religión de forma pacífica?

Los enemigos de España, de Europa, de la Civilización Occidental son aquellos que tratan de instaurar el totalitarismo islámico, y también lo son quienes los justifican, los “comprenden” y los apoyan, como hacen los partidos de izquierda y organizaciones financiadas con nuestros impuestos, com ha sido el caso de «musulmanes contra la islamofobia» celebrando de forma gozosa el triunfo de los talibán en Afganistán…

Evidentemente, en una sociedad abierta la gente debe tener la libertad de rezar y adorar a Alá. Pero si de alguna forma actúan en apoyo de quienes usan la fuerza, entonces automáticamente se convierten en musulmanes fanáticos “no-moderados”.

Hemos llegado a tal situación que, ya lo que menos importa es qué musulmanes, cuántos de ellos están practicando la “verdadera religión” según los dictados del Corán, o por el contrario una “falsa religión”. Lo que importa es que hay millones de musulmanes que aceptan como doctrina, como ideología el totalitarismo islámico, y que son una amenaza objetiva para España, para Europa y para el mundo. Los seguidores de esa ideología, desde los terroristas islámicos que actuaron en Cataluña, hace cuatro años, hasta sus cómplices menos violentos, son el enemigo, y es obligación de los gobiernos detenerlos, y evitar que vuelvan a actuar.

Y ya, para terminar, les recomiendo que lean el siguiente texto, que circula por las redes, a manera de resumen de cómo actúa el Islam para expandirse:

Fase primera: cuando los musulmanes son débiles, poco numerosos, proclaman la paz, la tolerancia, hacia fuera, nunca hacia dentro. Practican Taqyya (acto de disimular las creencias religiosas propias cuando uno teme por su vida, por las vidas de sus familiares o por la preservación de la fe. Se usa más a menudo en tiempos de persecución o peligro por parte de los musulmanes) y se preparan para la siguiente fase, en privado y de forma clandestina. Demandan un estatus de “víctimas” y reclaman privilegios, trato de favor para el Islam.

Fase segunda: cuando los musulmanes son lo suficientemente fuertes para luchar, pero no lo bastante para vencer y someter a quienes ellos consideran “infieles”, utilizan el terrorismo, eliminan a los críticos y buscan escusas para atacar a otros grupos de musulmanes.

Fase tercera: cuando los musulmanes se convierten en mayoría someten violentamente a todos los no musulmanes, intentan expandir su dominio político, y expulsan a los no creyentes del territorio que éstos ocupaban antes de que ellos llegaran.Los musulmanes siempre han utilizado este patrón de conducta, siempre han actuado así desde que Mahoma creó el Islam hace 1400 años.

Y para más INRI, partidos islamistas como PRUNE (Partido Renacimiento y Unión de España) se quejan de que vaya en aumento el miedo y el rechazo al Islam, tanto en España como en Europa y en el Mundo.

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