Ni los mejores poetas se pusieron de acuerdo sobre el amor

Todos salen del armario, ahora los estigmatizados son los heterosexuales, las siglas LGTBIQ necesitan una letra más: la 'H', pero es muda y no se pronuncia

LGTBI.
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Cuando crítico las movidas de grupos de LGTBIQ+ me siento obligado a aclarar que lo interpreto respetando las ideas, creencias y prácticas de los demás. Pero, otra cosa diferente es apechar con dislates e intereses de un grupo de políticos y políticas que siguen órdenes y pautas globalistas utilizando estos colectivos para folclore de tablao, variedades o cómo modus vivendi desde las instituciones públicas para prevalerse de los sentimientos humanos y conseguir objetivos de poder.

Instruir a niños, jóvenes y mayores para desarrollar unas determinadas tendencias o comportamientos, incentivando, promocionando y publicitando el mundo gay, no es la más sana intención. Si lo que se pretende es naturalizar, pues dejen actuar los propios instintos humanos. ¿Saben por qué se hace un alcohólico, un futbolista, un fumador, un toxicómano, un torero, un periodista o un político?. Influyen muchas causas, pero una de ellas es el efecto imitación. Una cosa es visibilizar, no ocultar y naturalizar, y otra bien diferente es adoctrinar y hacer pedagogía sectaria desde todos los estrastos sociales con intereses políticos. 

Visibilizar la educación, cultura y el amor 

La mejor manera para desarrollar una sociedad equilibrada, justa y diversa es la educación, la cultura y el amor. Este último es lo más gratificante, venga de donde venga. Si el ministerio de Igualdad, de Irene Montero, actuara de verdad y pretendiendo conseguir normalizar cualquier actitud o enriquecer la diversidad humana, invertiria en formación -si tuviera agallas-, y no en televisión, radio y prensa, orgullo con carrozas, plumas o fiestas de disfraces.

Honestamente creo que se trata de perjuicios arcaicos, que promulgan, incluso quién defiende las formas, y que emplea al colectivo para visibilizarse y festejar los objetivos alcanzados o los que queden por venir. Los métodos empleados para mentalizar y normalizar -no sé qué- a los demás, puede que consigan el rechazo de muchos y, al mismo tiempo, demuestran inseguridad y debilidad para sus propios objetivos: Ser sólo personas. 

La sociedad española es lo suficientemente madura para distinguir los derechos y obligaciones de todos. Se trata de la democracia más avanzada del mundo, incluyendo los EE. UU. de Joe Biden. Ya España se asusta de muy poco. Nos hemos situado a la cabeza en el avance del multiculturalismo, independencia social y libertades. No creo que haya que justificar las tendencias íntimas de nadie a estas alturas de, el supuesto y ultrajado, Estado de Derecho. 

La casta victimiza al colectivo

El problema llega cuándo vas contracorriente, no coincides o eres disidente con la opinión de unos pocos y te etiquetan en las clases políticas. Es decír, que los 'chiringuitos' y los espabilados de la 'casta', los primeros Sánchez y su gobierno del insomnio, hacen su estrategia a base de victimizar a la colectividad, para luego defender sus intereses sectarios y fanáticos en beneficio propio. Manipulan, dividen, enfrentan y nos tienen coartada la libertad a los demás. Porque, cómo dice un amigo con acierto; ''La izquierda todavía está en la guerra del 36''. Utilizan la revancha, actúan con sus antiguas armas, creen solo en sus postulados y no admiten los términos medios. Ahora pretenden que todos entremos en el armario o en el cuarto oscuro silente. Me explico; Están consiguiendo que mientras los otros de dentro salen para fuera, los de fuera entran para dentro. O algo así.

La 'H' es muda y no se pronuncia 

Los estigmatizados comienzan a ser los clasificados 'heteros'. Así que, se debe reivindicar una nueva sigla para el colectivo de diversidad sexual y de género, que sería así: LGTBIQ(H)+ (heterosexual). El problema es que la 'h' es muda y no se pronuncia. Pero, eso sí, cómo continúe, y a este ritmo, nos cargamos todo el abecedario, el código Beta y toda la romanización del alfabeto griego. 

Sí, claro, porque tendencias sexuales y maneras de amar pueden existir tantas cómo personas hay en el mundo. La diversidad de género y orientación sexual, puede ser las que marcan sus siglas, y otras que no se incluyen. El amor hace su guerra por libre. Es complejo establecer una humanidad unisex, anular la creatividad de amar o evitar las infinitas maneras de afectos. La transmisión y receptividad amatorias no siempre coinciden. Pueden interpretarse, o simplemente son reacciones inconscientes neuromentales, o neural, trasladadas a la psique y transformadas en emociones, pasión y admiración. 

 

Se trata de sentimientos, y estos son sensaciones y emociones, difíciles de integrar en alguna ecuación matemática o afirmación científica. Ni los mejores poetas supieron explicar que es el amor, ni coinciden entre si en sus formas. Es probable que Sigmund Freud se acercara a la definición más correcta. Decía que; "El amor es la mitad de la vida de la persona. Y cuando se tiene capacidad de amar, es la mejor manera de conocer si un individuo es equilibrado psíquicamente y apto para trabajar''. Una reflexión genial del autor del psicoanálisis que determina el arte de amar cómo esencial para la vida y la importancia del amor.

¿Quién defiende a los heteros? 

Los llamados, o considerados, 'heterosexuales' se sienten (con perdón) acongojados. Si quedan algunos que se puedan acongojar. No hacen ruido, ni lo festejan con extremado alborozo. Por no tener, no tienen ni bandera arcoiris que los colectivicen, edentifique o normalice las actitudes frente al género opuesto. No hay quién los defiendan, ni el calendario recuerda que existen ni disponen de una triste asociación. Yo propongo alguna símbología. Por lo menos la enseña blanca enteriza, en son de paz, equilibrio e igualdad de todos -todas y todes-. La viña del Señor es amplia y acoge a todo tipo de vendimiadores.

Sobre los derechos, y obligaciones, de las personas no discutimos ni está en liza. Es más, quizá si hablásemos de 'personas' es probable que esta incomprensión represiva que entonan los 'orgullosos' no existiría. En general, la gente entiende que se trata de tendencias sexuales y diversidad de género, cómo condición para amar a otra persona, a otras o a ninguna.

Sin embargo, el amor no puede ser impuesto, ni politizado y, menos, obligado. Está claro, pero aún hay miedo que eso suceda. El 'meme' que transita en internet, con la imagen de Torrente, dice algo así: ''Cuándo nací ser gay estaba prohibido; luego estaba aceptado, pero escondido; después aceptado y abierto. Hoy es un orgullo. Lo único que espero es morir antes que sea obligatorio''.

Conviene concluir con un proverbio latino de lujo, pronunciado el año 165 a. C.: ''Hombre soy, nada de lo humano me es ajeno''. Publio Terencio. 

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