Objetivo gubernamental: Favorecer la mediocridad y abolir la meritocracia

Isabel Celaá, en el Senado.
Isabel Celaá, ministra de Educación

Tras la indeseable Ley Celaá aprobada hace unos meses por el Congreso de los Diputados, la Sra. Ministra de Educación, I. Celaá, sentenció hace unas semanas que se permitirá el paso de curso en Primaria y Secundaria en función de la “madurez” del escolar y sin importar el número de suspensos de este; estableciendo esto en el Real Decreto mediante el que se regula la evaluación y las condiciones de promoción de Primaria, Secundaria y Bachillerato.

Según el filósofo, humanista y psicoanalista Erich Fromm, “la educación consiste en ayudar al niño a llevar a la realidad lo mejor de él” y, este fragmento me parece totalmente acertado, pero para poder aplicarlo, hay que favorecer una serie de factores como son la meritocracia y la competencia. Con esto no quiero decir que mi beneplácito se para que todos los escolares sean la erudición personificada, sino para lograr un sistema educativo capaz de extraer el máximo potencial del alumnado, en las áreas que desempeña con habilidad y ayudarle en las áreas en las que se desenvuelve con menor destreza, siempre basándose en los principios de perseverancia y esfuerzo. Por ello, considero que el proyecto educativo que se está llevando a cabo desde el Ministerio de Educación, comandado por I. Celaá, está en las antípodas de fomentar la cultura del esfuerzo, reemplazando esta por la cultura de la mediocridad, mermando la moral de aquellos que tienen más ilusión por superarse y fomentando la incompetencia: permitiendo al alumnado pasar de curso con materia suspensas, y, además así lo corroboraba el Ministro de Universidades, M. Castells: “Condenar a los alumnos por un suspenso es elitista, machaca a los de abajo y favorece a los de arriba” -palabras pronunciadas en una entrevista para el diario ABC-, estoy totalmente en desacuerdo con esta declaración, ya que considero que lo que realmente “machaca a los de abajo” es el sistema anodino e incapaz que el actual gobierno está creando; destrozando el principio básico que sentencia que “la educación es un ascensor social”, esto se traduce en que los niños nacidos en familias con un nivel socio-económico bajo tengan la oportunidad de desarrollarse en centros educativos donde se inculque el pensamiento crítico, la competencia y valores como el esfuerzo y el tesón-entre otros-

Pero realmente, ¿Quién se beneficia de la  cosecha de un Sistema Educativo débil y mediocre? Los gobernantes mediocres, ya que no existe mayor deleite para estos que cultivar un pueblo sumiso y que al ser posible tenga que depender de las subvenciones estatales, para así poder guiarlo y  tutelarlo en función de sus intereses. Además, sin duda una sociedad inculta e ignorante, es muy manipulable e inconscientemente, muy tolerante con el sectarismo y la difamación.

Para finalizar, quiero sentenciar que a mi juicio, una nación es “rica” cuando su Sistema Educativo es de calidad, y capaz de que cada ciudadano realice el mayor aporte de capital humano posible. Por el contario, una nación es pobre cuando su Sistema Educativo no es capaz de ayudar al alumnado a lograr sus objetivos y contribuye a la subversión cultural que en estos tiempos estamos viviendo en Occidente.

 

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