Un país pobre con un Gobierno rico

Sobre 500.000 políticos, cerca de 10.000 administraciones y 2.710.405 funcionarios nos sitúa arriba del podium europeo en la estructura de Estado, inmersos en la más grave crisis de la Democracia

Yolanda Díaz.
Yolanda Díaz.

Si toda la parafernalia y retahíla organizativa contribuye a superar el bienestar social, el estado de derecho y sirve para fomentar la cultura, trabajo y el progreso, bienvenido sea el vasto organigrama democrático, político y los tres fundamentos que emanan del pueblo y son los poderes del Estado. El legislativo, ejecutivo y judicial.

Sin embargo, no es todo así y satisface a muy pocos. La catástrofe y el expolio de España llega cuando alcanzamos casi los cinco millones de parados, aunque el Presidente Pedro Sánchez y la Ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, los enmascaren a tres y vuelvan a mentir utilizando a TVE y otros medios propagandísticos subvencionados.

España ofrece datos aterradores sobre el índice de jóvenes inactivos, o el insufrible e ingente número de ciudadanos adoleciendo necesidades perentorias - once millones-. Hay que añadir el proceso incipiente de las deudas externas,  públicas y a la UE, ascendente y récord, así como el IPC cerca al 10 %, mientras el Ibex-35 se debate en altibajos e incertidumbres preocupantes.

Se trata de la mayor inflación de la historia de la Democracia, superando a la provocada por los gobiernos socialistas de Felipe González en 1.985, o de José Luis Rodríguez Zapatero entre 2004 y 2011, destacando los más de cinco millones de parados del primero y la devastadora crisis económica de 2008 del segundo, originando gran sufrimiento social y empresarial.

Menos verdes, más pobres y terminaremos esquizofrénicos

Está claro que los responsables de estos desmanes siempre atribuirán las culpas a motivaciones externas, acontecimientos fuera de su control, personajes extrafronterizos y agenda 20-30 de políticas globales. Pero lo cierto es que España soporta el mayor nivel de impuestos, por trabajar, ahorrar, invertir, propiedad, consumir, vivir o morirte. Conseguiremos un mundo más limpio, pero nuestros campos menos verdes, más pobres y rozando la esquizofrenia. 

Somos importadores de carnes, pescado, frutas, aceites, cereales, gas, petróleo, energías o electrónica, además de otros. La gran mayoría de estos productos son capaces de producirse en nuestro país, con los mejores empresarios y emprendedores, considerándose los más brillantes y lúcidos, además de intelectuales a un alto nivel y los más insignes del mundo. 

La soberanía del país, sin obligaciones ni dependencias de terceros y organizaciones importadoras durante las crisis que padecemos, deja al descubierto la importancia social, económica y política que necesita el país para evitar crisis primarias, terminando con los favores de otros países. Solo falta considerar que, el tejido productivo, empresarial, autónomos y trabajadores, confíen en en sí mismos y consigan la unión de todos para 

plantarse en una huelga general, que espabilen a los políticos para que valoren los excelsos recursos de los españoles. 

 

Sueldos vitalicios, puertas giratorias y premiados por mentir

No existen leyes que exijan el trabajo bien hecho, que obligue a conseguir objetivos prometidos, ni normas que disuada  mentir y engañar Al revés, una vez que exterminan las ilusiones, o alcanzan el desastre, estos políticos son 'premiados' con sueldos astronómicos vitalicios, además de puertas giratorias. Estas son motivaciones e irresponsabilidades, exclusivamente dependientes de ideologías, fanatismos, dejación, inacción y satisfacciones personales.

España, un país administrado por cerca de 500.000 políticos, y alrededor de 100.000 con cargos directos, más miles de asesores, superando esta cifra a la práctica totalidad de Europa, a excepción de algunos países nórdicos y Grecia pero, sobre todo, en lo más alto del podium por encima de Alemania, Portugal o Italia.

Una infraestructura administrativa descomunal, con un plantel de administraciones públicas que se aproximan a 10.000, mientras 2.710.405 son funcionarios. Aunque la cifra exacta en España es controvertida, ya que no existe un registro oficial único, por lo que también se considera que se superan los tres millones cien mil trabajadores en la administración pública. Sin contabilizar el aumento de personal, en cerca de cincuenta mil, que tiene previsto actualmente el Gobierno. Una auténtica red clientelar, junto a las paguitas, la inmigración ilegal o el plantel de asesores contratados a dedos.

Esto significa que el empleo público, el que pagamos todos, supera cualquier esquema de empresa o sector privado. Nos organizan, vigilan y controlan de cerca, instituciones, organismos y entidades, de manera duplicadas, servicios públicos ineficaces, en la mayoría de las ocasiones, un parque móvil desmesurado, un sinfín de patrimonios inútiles, además de instrumentación y material inadecuado, mal utilizado o inservible.

En resumen; España se ha convertido en un pais pobre con un Gobierno rico. Y no es la primera vez que se oyen funcionarios y empleados públicos decir; 'Ya verás que al final tenemos la culpa nosotros'. No es así, los verdaderos culpables, responsables y protagonistas de la desgracia es la sociedad en general, que es donde recae la soberanía, y ésta ni se inmuta. El Gobierno va a sus intereses y el resto de políticos 'gruñen' hasta alcanzar el pesebre de la olla grande. Los empleados públicos, igual que los parados, empresarios o los trabajadores, somos las víctimas del sistema. Más pronto que tarde, todos pagamos las consecuencias.

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