El Presidente Sánchez no es político, puede ser experto en neurociencias

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Pedro Sánchez.

Utiliza el neuromarketing para desarrollar sus 'gestiones finas' y consigue lo inverosímil, sin que se inmute la sociedad. 

Lo que para Pedro Sánchez es 'gestión fina', según sus propias palabras, se denomina desde hace décadas 'neuromarketing'. Unas técnicas semi-infalibles que activan los cinco sentidos humanos para alcanzar los objetivos que se desean. Sin grandes esfuerzos ni complejos obstáculos, siempre que se manejen los recursos, se tengan las herramientas adecuadas y el personal adiestrado sea el  idóneo. Todo ello lo cumple, con creces, La Moncloa a las órdenes del Ejecutivo neurono-publicista subliminal de este Gobierno.

Una vez que contamos con el politólogo Jefe asesor del Gabinete de la Presidencia del Gobierno, Iván Redondo Bacaicoa, y algunos más, solo queda saber que esta metodología se fundamenta en conocer los resultados de la actuación de la persona. Destacando la certeza científica que la mente es influenciable. Explorar la conducta del individuo y su comportamiento es definitivo. A partir de ahí, todo es coser y cantar. El poder político supremacista y económico pone en marcha la máquina apisonadora para aplanar y convertir los grandes obstáculos en tibias rectificaciones sin aparente percepción de la opinión pública, ya que puede responder la persona inconscientemente y con capacidad de olvido. Esto, aplicado al país, te faculta para navegar a libre albedrío, tomar decisiones rocambolescas y aparentar ser divino de la muerte. Sobre todo, para permanecer impávido en la poltrona de la Democracia, sin dar un palo al agua y sin que se vea el plumero excesivamente.

Se trata de reunir la influencia determinante del cerebro al marketing. O lo que es lo mismo, se fundamenta en poner a funcionar la neurociencia junto al objetivo de persuasión. Unas técnicas basadas en la reacción del sujeto, que no es racional sino emocional y va a responder ante una decisión en una dirección u otra, dependiendo del grado de emociones que se logre transmitir y los intereses del planning a seguir para conseguir metas aparentemente inalcanzables.

En realidad, aunque se refiere a un  proceso relativamente novedoso, no es más que aprovechar técnicamente la capacidad sensorial humana de toda la vida. Qué dicho así, aparentemente lógico, sin embargo, no se le da en la actualidad la enorme transcendencia 'victoriosa' y segura que estas técnicas encierran para lograr cumplir un objetivo real sobre la respuesta individualizada o grupal del ciudadano que, aunque puede ser una confabulación en su contra, derrocha pasividad y quietud. 

Sin temor a equivocaciones, el neuromarketing consigue un margen de error mínimo, respecto a la intención neural y formación funcional mental. Ambas acciones, una orgánica otra intangible, componen cualquier actitud determinante o resolución final dependiendo a intereses propios. Es precisamente el objeto de excitación de neuronas y la conexión sináptica, que es el proceso por el que las células y el sistema nervioso se conectan entre sí, lo que va a influir decididamente en la toma de decisiones.

La clave del neuromarketing se fundamenta en la manipulación científica y técnica de la utilización de los cinco sentidos corporales de la persona. La vista, el olfato, el tacto, el gusto y el oído. 'La gestión fina' se distingue claramente de la tradicional por utilizar todos los recursos de información que procesa el cerebro humano. Mientras las técnicas de convencimiento obsoletas van dirigidas a la atención exclusivamente al raciocinio, o la capacidad de pensar, algo que el neuromarketing niega. Estas acciones no permiten la voluntad de reflexión, ni el análisis detallado sobre la actuación de dilucidar con examen. Es aquí otra 'diana' favorable para mover las masas en la dirección que el proyecto necesite.

Pedro Sánchez se atreve con sus más grandes elucubraciones, sin alterar el orden público, no ser objeto de huelga general o provocar desobediencia civil. Sus actuaciones son decididas, firmes y convencido. No utiliza la diplomacia, ni en ocasiones el sentido común, ni el tacto sensible de cualquier político. Por qué no es político, ni politólogo de vocación, sino gestor de neuromarketing o quizá experto en neurociencia. En poco más de un año, él y su Gobierno, han conseguido enfrentar a las dos España's. Las injerencias han crispado al Poder Judicial ante el Ejecutivo, aprobar por decretos leyes dictatoriales contra derechos fundamentales del ciudadano, confrontar el hombre a la mujer o admitir las condiciones que exigen los etarras y separatistas encarcelados. Cómo diría el colega Arturo Pérez-Reverte, 'en España somos especialistas en romper lo que nos une, y alentar lo que nos desune'. El neuromarketing bien aplicado lo supera todo. permite lo más inverosímil y hace olvidar mentiras, promesas o actitudes nefastas con riesgo de muertes, aunque 'en ello nos vaya la vida'.

Tenemos menos salud, somos más pobres y nos quitan la libertad. ¿Qué más puede ocurrir? 

 

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