La primera ha dado en el clavo

Uno de los mayores ejercicios de irresponsabilidad en nuestra sociedad es la frivolidad con que se abordan y se presentan las realidades esenciales para el hombre. Hay quienes se empeñan en preguntarse qué pretende la Iglesia en la sociedad, qué se consigue con la fe, cuáles son las claves más o menos ocultas de la acción del cristianismo en la historia. Sin ninguna duda podemos responder que el amor es la primera. El Papa, Benedicto XVI, que no tiene ningún complejo en llamar a las cosas por su nombre, con su primera encíclica ha dado en clavo. Señalando que "no se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva". Y es que no le falta razón puesto que quienes han querido hacer un mundo más justo sin Dios lo que han hecho, históricamente, es separar el amor a Dios del amor al hombre. Benedicto XVI nos recuerda la inseparable relación entre el amor a Dios y el amor al prójimo, que están estrechamente entrelazados. "La afirmación de amar a Dios es en realidad una mentira si el hombre se cierra al prójimo o incluso lo odia". Pero para amar al hombre como merece, tenemos necesidad del Dios vivo, que nos ha amado hasta la muerte. Son algunas de las palabras de la primera Encíclica del Papa, son palabras sobre lo esencial.

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