Profanaciones de restos mortales y muertes violentas de importantes magnatarios del mundo: un ejercicio de memoria histórica

Tumba de Franco en el Valle de los Caídos.
Tumba de Franco en el Valle de los Caídos.

Durante el último Siglo hemos sido testigos de una serie de acontecimientos profanadores que evidenciarían un estilo de tratamiento “postmortem” contra magnatarios de un perfil político muy determinado.

En el caso español, con los restos mortales de Francisco Franco, ha sido directamente el Gobierno de España, con la bendición unánime del Tribunal Supremo, en el marco de una situación política actual donde la Masonería tiene gran influencia en nuestro país, mientras que en el caso Argentino, Juan Domingo Perón, y en el Italiano, Benito Mussolini, se sospecha que estaría detrás la Masonería Inglesa, por haber sido los gobernantes citados desafectos a la política inglesa, circunstancia de la que tampoco quedaría exento el General español, teniendo en cuenta su posición en cuestiones como la de Gibraltar y en otras en donde buscaba la independencia de España frente a poderes secretos y extranjeros.

El General Perón, por su parte, se había opuesto radicalmente a la influencia británica en la economía de su Nación, a la par que Inglaterra no le perdonaba la ayuda prestada a España después de la Segunda Guerra Mundial, mientras que Mussolini había intercambiado con Churchill una serie de comprometedoras cartas, donde ambos compartían, entre otras cuestiones, una confluyente posición anticomunista, y que éste solventó ordenando a los servicios secretos británicos su asesinato justo al final de dicho conflicto bélico, a los efectos de que dichas cartas y su posición no fueran nunca desveladas a la opinión pública mundial.

Hay que resaltar que Mussolini había sido muy hostil desde 1923 a la Masonería hasta el punto de legislar contra ella, a pesar de que en su asunción al poder muchos de sus partidarios más activistas eran masones. En el caso del General Perón, es de destacar el apoyo de la Marina Británica el año 1955 en el golpe llevado a cabo por la Marina Argentina, infiltrada de Masones de obediencia británica, que le apartó del poder de una forma muy sangrienta.

De la profanación de sus cadáveres, tanto de Perón como de Mussolini, no se salvaron sus parejas, en el primer caso, Evita Perón, cuyo cuerpo fue mutilado, y en el segundo, Clara Petacci, esta última colgada de los pies de una gasolinera en Milán por las turbas antifascistas de la época junto con su amante Mussolini y otros jerarcas fascistas, horrible fotografía que desgraciadamente vemos muy a menudo en las redes sociales, jaleada de forma habitual y con toda naturalidad por los twitteros más extremistas de la izquierda española.

En cualquier caso, es cierto que después de esas profanaciones, sobre las Naciones afectadas se ha vertido una especie de maldición que se traduce sobre todo en una degradación económica muy importante. Argentina, España e Italia ya no son lo que eran, debemos de reconocerlo, ni siquiera su sombra bajo el gobierno de los precitados; basta con ver sus indicadores económicos para advertir que ya no son dueños de su propia Economía, ni tampoco de su Destino. Son ahora mismo terreno abonado para los Fondos Buitre angloamericanos.

Existen otros casos de profanación de restos mortales, como por ejemplo el robo de las cenizas de Omar Torrijos, el Presidente panameño que firmó con el Presidente estadounidense en 1977 la devolución del Canal de Panamá a dicho país en el 2000, o el del Caudillo apache Gerónimo, verdadera pesadilla para el Ejército de los Estados Unidos, cuya calavera desapareció y que ha sido reclamada por su familia, o el líder mexicano Pancho Villa, llamado “El Centurión del Norte”, por sus exitosas razzias en territorio estadounidense, cuya cabeza del cadáver fue cortada y robada. En todo caso, importantes magnatarios que lucharon por la libertad e independencia de sus Naciones, con independencia de las afinidades o no que les podamos tener.

El si son hechos aislados e inconexos estas evidentes profanaciones es algo que se puede argumentar, pero si analizamos fríamente a las personalidades afectadas, estaríamos ante figuras que se destacaron por fustigar los intereses políticos, económicos y culturales de la Masonería de obediencia angloamericana, y por llevar a cabo un importante desarrollo económico y político de sus Naciones o al menos luchar por su independencia y supervivencia.  

Este afán vengativo contra los restos mortales de los precitados denotaría algo más que un afán de venganza; denota un escarmiento de cara al futuro, así como un ritual maligno que produce verdaderos escalofríos en cualquier que los analice desde la serenidad y la distancia.

 

Ahora podemos comprender la enigmática frase del General Franco, esa en que decía en una recepción política y casi sin venir a cuento, durante su vejez, “¡Vienen a por nosotros!”. Evidentemente, han ido a por él después de muerto, vulnerando las leyes sagradas del respeto debido a los difuntos, y eso tiene y tendrá consecuencias, en cualquier de los supuestos precitados.

Existen otros casos donde no ha habido respeto al descanso de los que quisieron mantener la independencia de sus Naciones; tenemos el caso del General Augusto Pinochet en Chile, cuyos familiares decidieron incinerar sus restos mortales en la seguridad de que a su cadáver no les dejarían en paz ni después de muerto, o incluso podemos hablar de las muertes violentas de personajes como el Presidente del Gobierno Español Carrero Blanco (1973), una vez que manifestó su intención de llevar a cabo el proyecto de armamento nuclear español ante el Secretario de Estado Estadounidense Henry Kissinger en 1973, u otros como Muamar El Gadafi (Libia, 2011), Sadam Hussein (Irak, 2006) o el fallecimiento de Sloboban Milosevic (Serbia, 2006), todos ellos que aun habiendo suscritos importantes acuerdos y tratados con los angloamericanos, vieron cómo sus Naciones fueron sometidas a desestabilización y ellos mismos muertos en extrañas circunstancias, e incluso de forma violenta. 

Estamos hablando de Naciones que están ahora sumidas en una crisis permanente o devastadas por las guerras intestinas, desgarradas en la violencia generalizada y cuyo futuro se plantea ciertamente sombrío, bajo el dominio de intereses económicos foráneos.

Estamos ante un asunto que requiere su reflexión y la búsqueda de patrones comunes porque representan un área de investigación prácticamente no abordada y en lo que no, desacreditado por las teorías de la conspiración, pero que debemos considerar al menos como causa posible de las razones del presente y de su proyección o evitación hacia el futuro.

 

Guillermo Rocafort

Historiador e investigador acreditado por la ANECA

Analista Internacional

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