Por qué Jerusalén es ciudad sagrada de los musulmanes

La mayoría creen que Mahoma realmente sí que estuvo en Jerusalén

Jerusalén.
Jerusalén.

El Profeta Mahoma o Muhammad -la paz y las bendiciones sean con él- impuso a sus seguidores la Yihad, la guerra santa: la obligación de luchar para que la verdadera religión -la que él había comunicado y dejado por escrito- se impusiera en todas partes.

Y como según su doctrina la actividad política estaba indisolublemente unida y subordinada a la religión, los creyentes musulmanes tenían que conquistar todo el mundo para cumplir la voluntad de Alá.

Mahoma murió el año décimo de la Hégira o calendario musulmán, que se corresponde con el 638 de la Era Común (calendario que seguiremos por motivos prácticos). Seis años después, el 642, el segundo Califa, Omar El Grande, considerado el creador del Estado Islámico, tomó Jerusalén. Omar no mostró especial interés por aquella ciudad sagrada para Judíos y Cristianos, y que hasta entonces había sido gobernada por los Bizantinos de Constantinopla, herederos del Imperio Romano de Oriente. El Califa Omar se limitó a imponer tributos a los habitantes de la Ciudad, y acampó en los alrededores sin entrar en ella “para no mezclarse con gente extranjera” (tal como reflejan las crónicas árabes); y siguió su campaña de conquistas...

Cuatro décadas más tarde, el año 685, Abd al-Malik se convirtió en el quinto Califa de la familia Omeya. Instaló su corte en la lujosa ciudad de Damasco, situada 200 kilómetros al norte de Jerusalén, donde fue ganando prestigio y poder. Pero en La Meca surgió otro Califa, Ibn az-Zubayr, que se hizo con el control político de Arabia: y comenzaron las disputas y la competencia para ver quién tenía preeminencia en el mundo musulmán, como legitimo sucesor del Profeta... Lo que dio origen al conflicto entre Chiitas y Sunitas. Y comenzó una Fitna o guerra civil islámica...

El Califa de Damasco, Abd al-Malik, no podía presumir de tener en sus dominios una ciudad sagrada como La Meca. Sus súbditos no podían viajar a La Meca sin poner en peligro su vida. Y entonces el Califa decidió convertir la cercana Jerusalén en un lugar santo musulmán, alternativo al santuario de la Meca. Y construyó el palacio de la Cúpula de la Roca, sobre el antiguo templo de Salomón, afirmando que ese edifico sagrado era la roca desde la cual Mahoma había salido volando en su ascensión al cielo junto con el ángel Gabriel, tal como contaban algunas leyendas que se pusieron de moda entonces, escritas sin duda tras la muerte del Profeta, y que probablemente el mismo Abd al-Malik encargó de que se escribieran. La Cúpula de la Roca original se hundió y fue reconstruida en el siglo XI.

El año 705 el hijo de Abd al-Malik, llamado Al-Walid, siguió sus pasos: y ordenó construir en Jerusalén la mezquita de Al-Aqsa (“mezquita lejana”), afirmando después, falsamente (para dar prestigio político y religioso a Jerusalén) que esa mezquita era la mencionada en el Corán, en la sura 17, que dice: “Infinito en Su gloria es Aquel que transportó a Su siervo en la noche de la Casa Inviolable de Adoración a la Casa Lejana de Adoración”, interpretando que esa “Casa Lejana de Adoración” era esa mezquita de Jerusalén, a la que supuestamente había ido Mahoma en sueños durante su vida... Los musulmanes comenzaron entonces a llamar a Jerusalén “Al-Quds”, la ciudad sagrada. Hubo incluso una iniciativa encaminada a desplazar la peregrinación obligatoria -el Hagg, establecido en el Corán- desde la Meca hasta Jerusalén… pero al final la propuesta no tuvo éxito. La mezquita de Al-Aqsa también fue destruida por un terremoto y reconstruida el año 1035.

Si preguntamos a los millones de creyentes musulmanes comprobaremos que todos (o casi todos) creen -por lo que les han contado- que Mahoma realmente sí que estuvo en Jerusalén, rezó en la mezquita de Al-Aqsa, y subió al cielo desde La Roca.

Pero sabemos que eso no es verdad: y tenemos la seguridad de que el Profeta Mahoma nunca salió de Arabia. Y cuando redactó el Corán, al dictado del ángel Gabriel, entre el año 609 y el 632 de la Era Común o cristiana, no existía ninguna mezquita en Jerusalén, y la de Al Aqsa fue construida unos 80 años después de la muerte del Profeta. Por tanto, la sura (o capítulo del Corán) número 17 no puede referirse a Jerusalén, y Mahoma no pudo ir a rezar a ninguna mezquita de esa ciudad, porque aún no existía ninguna... De hecho, el nombre de Jerusalén ni siquiera  aparece citado en el Corán…

Así se crean las “neoverdades” de la religión y de la historia...

 

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