Resistiré

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Unidad y lealtad. Le puedes añadir compromiso o sentido de estado. Ahora; resistencia, cotidianeidad o la tan de moda resiliencia. ¿Algún aditamento más? 

Da igual, dos más dos son cinco. Muy a lo Orwell con su Winston Smith, o tú mismo, engañado, resignado y confinado en tu particular habitación 101; tu casa, por ejemplo. Resistencia de manual, recuerda. 

La tortura, a Dios gracias, es de otro tipo. El O'Brien actual presenta formatos diferentes al del sibilino torturador de "1984". Y su Ministerio de la Verdad, desgraciadamente, también. Poco a poco va resucitando la distopía orwelliana. Ministerios no nos faltan; gestores (y gestoras) de los mismos, tampoco.

De momento, otros quince días más porque los expertos lo dicen. De acuerdo. Fieles y leales cumplidores. Pero también hubo expertos e informes antes; el 30 de enero, en febrero o marzo. Éstos, por el contrario, se desoyeron. Fue el primer e infame confinamiento, el de esas pruebas de advertencia que, entonces, no procedían debido al capricho de una irresponsabilidad ideológicamente disfrazada en los fastos del siniestro 8M. 

Y esa siniestralidad no sólo se ha de calificar por lo que propició, el alocado y precipitado impulso de la famosa curva, sino por las informaciones que se han ido revelando a posteriori a pesar de las coartadas, esas incesantes muestras de servilismo de algunos medios y sus apesebrados voceros. 

La verdad siempre prevalece. No se puede sofocar porque siempre queda un resquicio, una fisura, una grieta que permite filtrar cualquier subterfugio de su rival, la mentira. De igual forma, la objetividad y la veracidad parecen haber huido de las máximas de un periodismo que, en ocasiones, también se nutre de falsos y simulados reporteros, los profetas de la mentira, los verdugos de la veracidad. Para el caso y el sumiso rebaño, receptores de su adulterado mensaje, da lo mismo. Sí o sí. La ignorancia es su fuerza. No hay otra.

Es parte del juego de la mentira (¿cuestión de genes?), del de cualquier tahúr del trile, de su habitual propaganda, y, peor aún, de la que intentan colarte con la estimable colaboración del nauseabundo canal televisivo o periodista de marras que, inflados de millones de euros en su cómodo y subvencionado pesebre, se dedican a la venta de motos mediáticas en un repugnante ejercicio de indignidad y, ¡cómo no!, parcialidad. La ética del periodismo puede esperar. Ante todo, hedor.

Manipulación, tergiversación, ocultamiento e invención. Y bulos, alentados por "hunos" y "hotros", como describiría Unamuno. Esas son las armas para, en su aventajada vanguardia, combatir al pueblo recluido, resignado, esperanzado, expectante a que el no menos famoso pico toque techo, se asome y meteóricamente descienda junto con el pesar y sufrimiento de una España agitada, golpeada, aturdida por los casi 11.000 muertos que las estadísticas oficiales muestran al concluir este Viernes de Dolores, inicio de una inédita Semana de Pasión sin procesiones, pero infecta de defunciones. 

Y será extrañamente peculiar por sus características. El incienso dejará su puesto a un rastro de muerte en hospitales y depósitos. El silencio procesional será reemplazado por el de los familiares de miles de víctimas. Los primeros, callados y atónitos, no encuentran palabras que den sentido a sus vidas. Viven de recuerdos con el ausente. Y tampoco hallan momentos para dar un último adiós a padres, abuelos, cónyuges o hijos desperdigados por recintos vacíos de lágrimas aunque desbordados de infamia. 

 

Las víctimas, por otro lado, no pudieron aguantar el envite de la muerte, esquivar su guadaña o beneficiarse del abnegado y arriesgado esfuerzo de un personal sanitario que, en su trinchera, coge aire con el brío diario de los aplausos vespertinos de una sociedad devota y rendida a su continuada y heroica gesta.

Viernes de mucho dolor, como esa Dolorosa que hoy vuelve a encarnar el tortuoso camino de Jesús hacia su crucifixión. No ha habido Simeón, ni han querido escuchar su profecía, el primer "warning" de la OMS en el trayecto de esta curva. Pero sí hubo Simón, el que "menospreció" aquellos consejos u orientaciones. No tocaba. O no interesaba. El camino al Calvario ya había comenzado de la mano de la discordia y, por si quedaba alguna duda, de una mayor fracción social. Donde hay caos y conflicto (¿será por genética también?), algunos se desenvuelven como pez en el agua. La historia se repite. La guerra es la paz.

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Y el silencio se volverá a quebrar de nuevo. Los aplausos del día precederán a un ejemplar y esperanzador "Resistiré", pero no el clásico del Dúo Dinámico, sino el mas crítico y violento de Barón Rojo. La triste situación invita a ello, al aumento del "volumen brutal", a la vista de los acontecimientos, los pretéritos y los venideros. 

Es la hora de la resistencia. Resiste ante la indefinición de su maldad, el interés por el poder y el dinero, la falta de razón o piedad, las sucias mentiras. Resiste, resistiré.     

Hoy, sigo apoyado en la fe y la esperanza, el vigor de esos nuevos y enérgicos aplausos, la recuperación de miles de contagiados y, sobre todo, el ejemplar valor de esa primera línea sanitaria y de fuerzas del orden que combaten por ti y por mi. Resisten, resistiré.

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