Teresa de Jesús: 50 años de doctorado

El 27 de septiembre de 1970, el gran Papa, injustamente criticado desde algunos sectores de entonces, y hoy santo canonizado por el Papa Francisco, Pablo VI, proclamaba por primera vez en la milenaria historia de la Iglesia Católica a una mujer doctora de la Iglesia, este honor recaía en Santa Teresa de Jesús. Reconocía el gran Papa que este doctorado, anulaba las palabras atribuidas a San Pablo, por sacarlas del contexto en el que escribieron:“ las mujeres en la Iglesia callen”. Sostenía el Papa “no se ha violado este precepto apostólico, porque el título de doctora no tenía en esos momentos un valor jerárquico, sino reconocer expresamente la misión sublime de la mujer en medio del Pueblo de Dios.

Para el Papa Montini, Santa Teresa por su maravillosa obra de teología, mística experimental es sin duda una signe maestra de la vida espiritual, a la altura de los grandes maestros Tomás de Aquino y San Agustín. Este doctorado no hizo sino reconocer lo que era una conciencia de dominio público no solo en la iglesia Católica sino en el exigente mundo de la critica literaria desde que el gran Fray Luis de León sentenciara con aguda perspicacia bíblico-teológica al analizar el contenido y la forma de la obra teresiana. Escribe el gran catedrático de Salamanca:”No es menos clara, ni milagrosa la segunda imagen, los libros (la primera eran sus 17 fundaciones de carmelos femeninos), en los cuales sin duda quiso el Espíritu Santo, que la Madre Teresa fuese un ejemplo extraordinario, rarísimo (insuperable). Porque en la alteza de las cosas que trata (doctrina espiritual) y en la delicadeza y claridad con que las trata, excede a muchos ingenios; y en la pureza y facilidad de estilo y elegancia y compostura de las palabras y una elegancia desafeitada ( sin adornos) que deleita en extremo, dudo yo que haya en nuestra lengua escritura que con ella se iguale” El doctorado teresiano se caracteriza por la dimensión femenina de su enseñanza: en este sentido escribe la misma Santa: Díjome quien me mandó escribir que como estas monjas de estos monasterios de Nuestra Señora del Carmen tienen necesidad de quien algunas dudas de oración las declare, que les parecía que mejor se entienden una mujeres de otras y con el amor que me tienen, les haría más al caso lo que les dijere (…) porque mejor se entienden el lenguaje unas mujeres de otras”. La espontaneidad, ella escribe como habla sin trastornar la retórica, confiesa con suave ironía teresianas y la feminidad son las dos grandes dimensiones del doctorado magistral en la Iglesia de la autora de la obra cumbre de la mística experimental, Las Moradas o Castillo Interior Fidel García Martínez, Catedrático Lengua Literatura Doctor Filología Románica, Licenciado Ciencias Eclesiásticas.

 

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