Tiempos de sesgo

Desde hace ya algunos días van cobrando fuerza rumores sobre el estado de alarma, la coartación de las libertades individuales, favores de empresarios a cargos políticos…pero lo preocupante no son tanto los rumores en sí mismos, ya que rumores siempre ha habido con pandemia o sin pandemia, si no la fuerza que van adquiriendo. Esta fuerza traducida en medios de comunicación hace que la causa subyacente de todo esto haya quedado en el olvido. Estoy hablando de aquel virus que para algunos ya ha dejado de tener importancia.

No están tan lejos los días en los que las tasas de muertos e infectados ocupaban prácticamente la totalidad del tiempo de los informativos. Sin embargo, con la nueva fuerza adquirida por los rumores, podría parecer que ya hemos superado la pandemia que nos llevó a estar confinados.

El problema no es el olvido, ya que, aunque solo sea por salud mental no parece razonable seguir llenando el tiempo y las noticias únicamente con muertos e infectados. El problema real es que este olvido y estos rumores ha puesto de manifiesto las diferencias existentes entre todos los españoles.

Al principio de esta pandemia muchos clamaban que esto nos uniría más como país y que nos haría mejores, pero viendo los últimos acontecimientos, todos aquellos deberían que se atrevieron a realizar estas afirmaciones deberían estar retractándose de sus palabras.

Esto no quiere decir que no haya habido buenos gestos por parte de muchas personas y empresas, quiere decir que estos gestos, al igual que los números iniciales han quedado en el olvido, dejando paso a dos de los principales problemas que llevan vigentes en este país desde tiempo inmemoriales.

Seguramente el lector en este momento esté pensando en muchos problemas que se han hecho patentes estos días tales como división política, nacionalismos, conciencia de clase, radicalismos, etc. Pero si el lector ahonda un poco más podrá encontrar dos cosas que todo el mundo afirma tener, pero poca gente suele practicar: empatía y humildad.

Empatía para ponerse en el lugar de los que no están en la misma situación que uno mismo, y no hablo solo de momentos existenciales como podría ser estar al borde de la muerte o no poder despedirse de un ser querido. Hablo de cualquier persona cuya situación es muy distinta a la nuestra a todos los niveles, espirituales y mundanos. Es frecuente ver a muchas personas conversando o leyendo, no con afán de comprender estas situaciones externas para después poder crear una opinión crítica, si no para reafirmarse en sus pensamientos. Por ello esta falsa empatía camufla un problema de sesgos muy peligroso en estos tiempos que corren. Estos sesgos son los que hacen no contrastar un bulo, asumir situaciones que pueden poner en peligro al resto de la población o incluso apoyar situaciones que en otro momento podrían parecer injustificables.

Humildad para reconocer que no conocemos todas las casuísticas existentes y que no podemos ser expertos en algo que desconocemos. No podemos ser expertos en pandemias, en microbiología, en medicina, en políticas fiscales…Simplemente a veces hay que pararse, respirar y no opinar de un tema el cual se desconoce. No pasa nada por plantarse y decir que no se sabe de un tema, que en este momento no se tienen todas las respuestas. Sin embargo, en estos tiempos que corren parece necesario sentar cátedra con cada afirmación como medida de poder.


Ojalá tanto la clase política de este país como la propia sociedad se siente a hacer examen de conciencia y dejen de enfrentarse los unos con los otros para crear un frente común. Dejemos atrás la España de los entrenadores de futbol y los presidentes de gobierno de barra de bar y empecemos a construir desde unos valores que todos afirman tener pero que poca gente suele practicar.

 

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